Capítulo 26. Buenas intenciones

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26: Buenas intenciones

26: Buenas intenciones

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Kayla

Las palabras de mi abuelo no me causaron impresión, pero para todos los que estaban presentes en la sala sí deberían haberme sacado de quicio. Por supuesto, me molestaba que siguiera mintiéndome, aunque ya no me molestaba que Hodeskalle estuviera cerca de mí. Así que usé esa indignación para conferirle a mi voz un tono desesperado.

—¿Qué? —gazné—. ¿Por qué?

Estaba harta de preguntar porqué y creí que él no me lo diría ni siquiera en ese momento, pero mi abuelo suspiró y cambió drásticamente su expresión corporal.

—Tenemos muchos enemigos, Kayla. Muchos clanes que están tratando de arrastrar a cualquiera de mis hijos y nietos a tratos terribles o peor, a la muerte. Intentan extorsionarnos, exigir favores por la vida de cualquiera de ustedes —contestó, antes de mirarme fijo—. Lo que hoy pasaste fue un ejemplo. Y quiero que Skalle te vigile para quedarme tranquilo de que ninguno de ellos pueda hacerte daño.

Lo miré, con la boca abierta, sorprendida por sus palabras suaves. Ya no era el policía malo, ahora era el policía preocupado.

—Elliot te metió en un enorme problema con el clan Parissi y por suerte Skalle logró rescatarte —siguió papá—. Como él tuvo que... matar al jefe del clan para proteger al nuestro, y sobre todo a tu hermano, es probable que recibamos muchas repercusiones y mayores intentos de ataques por parte de sus hombres, exactamente como el que tuviste ayer.

Negué con la cabeza, antes de que mi abuelo o mis tíos dijeran algo más.

—Escuché claramente lo que dijeron los vampiros que se metieron a mi auto —contesté—. Vieron mi placa y dijeron que era una lástima que no pudiesen tenerme, porque era obvio que planeaban mantenerme con vida para alguien más. Por eso sí iban a matar a Jane. Esos no eran del clan Parissi.

Mi abuelo carraspeó.

—Sí, lo eran. Tenían información de todos nosotros y agarraron a Elliot antes que a ti —contestó—. Pero por eso mismo, Kayla, queremos protegerte.

—¿Y por qué no empezaron por esto antes? —gruñí—. ¿Por qué no admiten que Hodeskalle me estaba siguiendo a mi y no a Elliot?

Ninguno en la sala parpadeó, ni siquiera Hodeskalle.

—Él no te estaba siguiendo, Kayla, por enésima vez —insistió el abuelo—. Pero ya que sabes cómo están las cosas, es mejor que sí lo haga.

Rechiné los dientes porque tenían muy en claro, al igual que yo, que no había por dónde más agarrarlos. No tenía pruebas de que Hodeskalle me estuviese siguiendo antes más que mencionar la noche en la que Gian me atacó. Y contarlo, en ese momento, lo pondría en mayores problemas a él que a mí, porque ya les había mentido. No quería que Hodeskalle se llevara la bronca por mi culpa.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora