Libro 2: Capítulo 32. EXTRA. El veneno de tus antepasados

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84 EXTRA: El veneno de tus antepasados

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Aleksi

El helicóptero se perdió en la oscuridad de la noche y con él se perdió el control de Kayla sobre los Edevane que quedaban en el campo. Sin embargo, para aquel entonces, yo ya había desmembrado a más de la mitad. El resto, me miraba con espanto desde el suelo, donde mi magia los mantenía acorralados.

—¡No! ¡Por favor! —me suplicó uno, antes de que le arrancara la cabeza sin siquiera tocarlo. Me alejé del salpicón de sangre justo a tiempo. No deseaba mancharme con la esencia de esos desgraciados. Ya bastante aroma Edevane tenía encima.

—¡No! ¡NO! ¡Hunter! ¡Por favor!

Me detuve antes de asesinar al siguiente. Levanté la mirada hacia Hunter, que tenía en brazos a Bryony, junto al último auto que quedaba de los nuestros. El que llevaba a los Evermore y a Benjamín ya había partido.

Él tenía los ojos fijos en su pariente. Bryony, en silencio, hacia lo mismo con él, para nada afectada con la sangre que acababa de derramar frente a ella. Sonreí, en serio esa niña tenía carácter.

—¿Qué opinas? —le pregunte a Hunter. A su lado, Alice arrugó la nariz. Ella se movía inquieta, a pesar de que ahí estaba todo bajo control. No sabía si se debía a que estaba obligada a ser la guardaespaldas de Hunter o a los nervios por lo que estuviera ocurriendo en la mansión.

—No opino nada —dijo Hunter—. No me interesa.

—¡NO! —gritó el Edevane, mirándolo con desesperación—. ¡Hermano, por favor!

—Tú no eres mi hermano.

Hunter se dio la media vuelta. Acomodó a su niña en los brazos y se metió al auto. Solo Alice se quedó fuera, observando, vigilando.

Yo me encogí de hombros.

—Ya lo oíste —le dije al vampiro, pero este solo siguió llorando y suplicando hasta que también silencié su vida. Los demás, tuvieron la dignidad de mirarme a los ojos con una furia violenta y miles de promesas de venganza que jamás podrían cumplir.

—La vas a pagar —me juró uno.

Le sonreí.

—No lo creo.

Me corrí de nuevo para que la sangre no me salpicara y caminé hasta Alice, que parecía incapaz de quedarse quieta.

—No son todos —me dijo ella, pasando los ojos por el pastizal—. Muchos huyeron.

—Pero ya no tienen clan al que volver —contesté—. ¿Y qué harán si quieren apelar a la ley de sangre? ¿Quién les creerá cuando los White ya han sido atacados antes? —Bajé la voz, solo para que ella pudiera oírme—. ¿Quién les creerá cuando sepan que Hunter es tu pareja? La niña es tuya.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora