Capítulo 48. Traiciones

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48: Traiciones

48: Traiciones

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Kayla

—Mørk Hodeskalle —saludó el pelirrojo, Arran, cuando el hermano de Jane se detuvo a su lado. Traía una copa de sangre en la mano y nos observaba, a mi y a Aleksi, con un gesto incómodo.

Estuve a punto de abrir la boca, pero mi tía se coló en el pequeño círculo que habíamos armado, sin querer, y se plantó casi delante de mí. La cola de su vestido se deslizó perezosamente por el suelo mientras cruzaba los brazos.

—Vaya, Arran, no sabía que mi madre te había invitado. Tampoco pensé que tendrías los huevos para presentarte —dijo ella, con una sonrisa helada.

Arran se mantuvo inmóvil. La tensión ya persistente entre nosotros se hizo más densa, más fría. Parecía que la presencia de mi tía era suficiente para aterrorizar todo ese ambiente.

—Alice —respondió, con fingida educación. Se le notaba que no le agradaba estar en su presencia—. Siempre es un placer volver a verte.

—¿Te lo dices para consolarte? Creí que fui muy clara contigo —replicó mi tía y tragué saliva al darme cuenta de que a ese también se lo había comido—. Te ordené expresamente que no volvieras a acercarte a mi... o a mi madre.

Casi que escupo de la impresión, tratando de comprender a qué carajos se estaba refiriendo ella, pero no pude preguntar nada. Aleksi retrocedió solo un paso más conmigo, como si ahora tuviese que protegerme también de la ira de mi tía.

—No podía rechazar la invitación de Olive, fue muy amable...

—Sí, mi madre es demasiado amable —lo interrumpió ella—. Tanto como para no exigirles a todos ustedes que se larguen de su casa. Así que... —se giró hacia Bethia y su pareja—. En serio que eres descarada.

Bethia apretó los labios.

—No es lo que tú crees.

—¿Ah, no? Será mejor que se vayan ahora, de la forma más elegante y sutilmente posible, porque en serio no quiero arruinarle la fiesta a mi mamá —siguió Alice, impune a las miradas de todos—. No pienso contenerme esta vez.

Arran torció el gesto, pero no se retiró. Estuvo a punto de decir algo cuando Oliver se adelantó y ahí mi tía pareció notarlo de verdad.

—Estamos aquí porque tenemos información.

Alice frunció el ceño, yo gruñí.

—¿Disculpa?

—¿Información? —tercí, enfurecida, ya incapaz de estar callada—. ¡Tú no deberías estar aquí!

Oliver me miró, de lleno. Continuó con esa expresión incómoda en la cara.

—Eres la amiga de Jane. Eres Kayla.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora