Libro 2: Capítulo 25. En pedazos

16.1K 2.2K 870
                                    

77: En pedazos

77: En pedazos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kayla

Esta vez, mi tía no se rió. El pánico que había en su mirada dio paso a una oleada incredulidad e incertidumbre que se ocupó de dominar sus facciones antes de hacer cualquier gesto. Pero, como yo no me corregí, no dije más nada, solo esperé, la incertidumbre fue reemplaza por la molestia.

El enojo se hizo tan palpable a mi alrededor que de pronto sentí que estaba respirando alquitrán. Retrocedí, porque al principio no supe si estaba enojada conmigo, porque creía que estaba jugando con ella, o estaba enojada con Hunter o con el universo.

—Lo siento —me apresuré a decir—. Sé que lo detestas, sé que mataste a su hermano y por lo tanto entre ustedes dos hay una deuda impresionante. ¡Sé todo eso! Pero no puedo ocultarte esto, aunque me diera miedo decírtelo por las razones obvias... ¡mereces saberlo!

Alice continuó mirándome. Casi que la escuché rechinar los dientes cuando terminé de hablar. Retrocedí un paso más, realmente asustada de su reacción como si ella fuese a castigarme, como si alguna vez en la vida me hubiese retado. Mi tía jamás me había llamado la atención, nunca. De todos en mi familia, era quien más me había consentido. Y era, de todos ahí en ese momento, mi mayor aliada.

—¿Qué...? —siseó.

No llegó a formular la pregunta. Había demasiadas cosas que quería decir y nada salía realmente por su boca. Y yo me sentí bastante tonta por tenerle miedo, me replanteé por qué había retrocedido tanto, por qué después de tener tanto valor para decir las cosas, de la nada quería huir. Me apresuré a recomponerme, ella era la que estaba en crisis existencial ahora. ¡No yo!

Y, además, en realidad, no estaba precisamente enojada conmigo. Lo supe con certeza entonces. Por supuesto, le costaba entender cómo podía saber yo saber eso. Había una pequeña gota de escepticismo, pero mayormente, había enojo y un odio desmedido hacia Hunter y hacia los Edevane. Uno que de la nada superó cualquier rastro de dulzura ligado a él

Ese silencio instalado en su garganta siguió y entonces, sabiendo que no iba a decir nada, que no era suficiente lo que yo expliqué, abrí la boca otra vez:

—Pensé mucho si decírtelo o no, si dejar que lo descubrieras o no... Porque también espié en tu mente sin tu permiso... y estoy plenamente consciente de que está mal, de que no tengo derecho alguno y tengo que pedirte disculpas al respecto y jurarte que no volveré a hacerlo si puedo evitarlo... Pero esto sí no lo pude evitar, ¡me golpeó de una manera terrible! Así como no puedo evitar en este mismo momento saber todo lo que sientes y piensas —solté, tan rápido que logré que ella tuviera una mínima reacción hacia mí. Sus pupilas se dilataron—. Es demasiado, es muy intenso, se escapa de tu cuerpo. Y el vínculo lo noté cuando le entregaste a Bryony a Hunter el otro día... cuando se la entregaste y le juraste que lo castrarías si él no era un buen padre.

Hodeskalle [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora