Capítulo 11: El Señor del Pico Qing Jing

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ADVERTENCIA: Sangre y Gore en un inicio.

El Señor del Pico Qing Jing estaba rodeado de lava ardiente, con el torso sentado en un tarro de encurtidos verde, con la barbilla ensangrentada rozando la superficie del tarro de cerámica. Morados moretones profundos y cortes estropeaban su rostro que antes era elegante y llamativo. Estaba sentado con la única compañía de la miseria y la humillación. Todos sus miembros fueron arrancados despiadadamente de su torso, uno a uno, por el discípulo que él consideraba una bestia.

Debería haber matado a ese mestizo en cuanto dio un paso en la Montaña Cang Qiong. No debería haber sido tan benévolo. Debería haber cortado a esa maldita bestia en mil pedazos antes de que se hiciera más fuerte. Como mínimo, debería haber atravesado a Xiu Ya en el corazón del demonio antes de echarlo al Abismo Sin Fin.

Sus ojos, desprovistos de color, se movieron lentamente por la Prisión de Agua.

Su línea de visión se detuvo en el camino que llevaba a la plataforma donde estaba Shen Jiu. Era una trampa. Un paso en falso, y las flechas venenosas dispararían automáticamente al intruso.

Shen Jiu quería estallar en una carcajada aullante ante la obvia y estúpida trampa de Luo Binghe, pero el insoportable dolor que sufría su cuerpo en ese momento se lo impedía.

Luo Binghe envió a Yue Qingyuan una carta junto con sus piernas ensangrentadas, amenazando con quitarle la vida a Shen Jiu si no se presentaba. Shen Jiu se burló de Luo Binghe cuando le dijo que el Líder de la Secta se presentaría pase lo que pase debido al afecto que albergaba hacia él. Lástima que le cortaron la lengua porque la maldita bestia se cansó de escuchar sus insultos respecto a su linaje. De lo contrario, Shen Jiu se habría reído de él de todo corazón.

¿Qué afecto le tenía Yue Qingyuan? ¡Ja! ¿Acaso ese tonto lo confundió con culpa?

Yue Qingyuan le abandonaría de nuevo, sin duda.

No había forma de que Yue Qingyuan fuera tan tonto como para caer en una trampa obvia. No había forma de que Yue Qingyuan entrara en la Prisión de Agua para salvar a un cultivador molesto que se negó a aceptar su ayuda la primera vez e incluso se atrevió a maldecirle. ¿Qué harían los Señores del Pico Cang Qiong y los discípulos sin su Líder de Secta dirigiéndolos? Luo Binghe quemaría esa montaña hasta los cimientos sin Yue Qingyuan en su camino.

Más le valía no regresar después de que Shen Jiu lo hubiera alejado a propósito por su propio bien. Todos los esfuerzos de Shen Jiu serían en vano.

No pasó mucho tiempo antes de que Shen Jiu oyera unos pasos rápidos y frenéticos que salían de los pasillos.

¿Qué idiota pensó que era una buena idea correr por la Prisión del Agua? ¿Están buscando la muerte?

Probablemente era la maldita bestia que volvía para torturarle de nuevo.

— ¡XIAO JIU! ¡XIAO JIU! — una voz familiar ahogada llamó con desesperación y preocupación.

El corazón de Shen Jiu saltó de su pecho y el temor retorció sus entrañas. Levantó la cabeza y entornó los ojos hacia la entrada para ver de quién se trataba. Los sonidos de las armas chocando entre sí y los gritos enfurecidos de los discípulos de Huan Hua derrotados hicieron que Shen Jiu jadeara en silencio antes de que su expresión se transformara rápidamente en un ceño fruncido.

"¡NO VENGAS AQUÍ! ¡VETE! ¡VETE, TONTO! ¡¡DÉJAME ATRÁS!! ¡ES UNA TRAMPA! ¿¡CREÍ QUE TE HABÍA DICHO QUE NO VOLVIERAS NUNCA!?"

Para su consternación, una figura gris apareció en la entrada de la Prisión del Agua. El Líder de Secta jadeaba fuertemente, largos hilos de cabello sudoroso se pegaban a un lado de su apuesto rostro, y unas grandes ojeras hacían acto de presencia bajo sus ojos, los cuales se dilataron inmediatamente al ver el estado en que se encontraba Shen Jiu. El arrepentimiento y la tristeza brillaron en sus ojos que empezaban a humedecerse. Yue Qingyuan apretó su agarre alrededor de Xuan Shu, que finalmente había salido de su funda y se dirigió hacia Shen Jiu.

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