Capítulo 23: Gege Verde, ¡Encontré al Hada!

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Advertencias: Sangre, gore, violencia y abuso infantil

En una pequeña aldea donde los arrozales se extendían por la tierra, un recolector de basura envuelto en blancas túnicas caminaba junto a los árboles verdes de donde salía el gorjeo de pájaros cantores.

Levantó su sombrero de bambú y contempló la agradable escena ante él. Los peces nadaban en aguas cristalinas, el suave viento agitaba las ramas de los árboles y los niños estaban reunidos alrededor de un árbol.

Qué paisaje tan bonito, ¡ese sería un estupendo lugar para construir su templo!

Cuando el recolector de basura continuó caminando por el sendero, escuchó al chico frente a él, decir fuertemente: —Mi mamá me dijo que no estuviera cerca de él porque luce asqueroso.

Un niño mayor hizo callar al bullicioso niño: —¡Shh! ¿Y si se despierta? Nos meteremos en un lío, ¡idiota!

Otro niño exclamó bruscamente: —Gege, ¿por qué apesta? ¡Iugh!

—Mi padre dice que hace dos semanas que no ve a este abuelo durmiendo aquí. Los perros callejeros le orinan encima cada vez que pasan. La gente ha intentado despertarlo, pero desde entonces no se ha movido de su posición dormida... ¿Crees que podría estar muerto?

—¡Aahh! ¡No digas eso! ¡Eso da miedo!

El recolector de chatarra frunció el ceño al oír esto. ¿Había un viejo cadáver pudriéndose en la carretera y nadie se había molestado en enterrarlo?

Cuando se acercó para ver de qué hablaban los niños, vio a un anciano apoyado contra un abedul.

El anciano tenía piel flácida que le colgaba de los huesos, tenía el nacimiento del pelo hacia atrás, cerca del centro de la cabeza, y con una larga barba blanca que le llegaba hasta el pecho. Su rostro arrugado era muy desagradable, era parecido a algo que un niño vería en sus pesadillas. Para ser honestos, era muy feo. Tampoco ayudaba que apestara.

Por detrás, los niños oyeron una voz melosa que les preguntaba: —Disculpen, ¿cuánto tiempo lleva aquí esta persona? 

Se dieron la vuelta y vieron a un hombre guapo vestido de blanco y con un sombrero de bambú.

¿Quién era ese entrometido?

Una niña del grupo respondió a su pregunta: —Dos semanas, señor...

—¿Ah, sí? —respondió, acercándose al anciano.

El recolector de basura se agachó y extendió el brazo para comprobar si tenía pulso. Sin embargo, se sobresaltó al ver un par de ojos marrones que se habían abierto sin que se diera cuenta.
—¡Ah, qué hombre tan guapo! ¿Cómo se llama este Gongzi? —El anciano habló excitado con voz rasposa, como si su garganta hubiera estado reseca durante años— ¿Te gustaría casarte con el hijo de este anciano? Es tan guapo como su padre, ¡ja, ja! Mi hijo es un genio natural, tiene talento para las artes marciales y un corazón sincero. No hay nada en lo que no destaque, a excepción de la caligrafía. ¡Pero eso se puede perdonar fácilmente! ¿Qué te parece?

Aunque el anciano apestaba a orina de perro viejo, el recolector de basura no se apartó de él con asco como hicieron los niños que tenía detrás. Miró a esos ojos oscuros con cansancio oscurecido como si lo hubieran visto todo en el mundo y dijo con una sonrisa amable: —Este se llama Xie Lian. Me temo que no puedo casarme con su hijo, señor.

El anciano no se desanimó en absoluto por sus palabras. —¡Está bien! Te llegará a gustar cuando lo conozcas.

Xie Lian hizo como si no lo hubiera oído y cambió de tema. —¿Tiene un hogar al que volver? Los niños de allí decían que lleva dos semanas durmiendo aquí.

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⏰ Last updated: Sep 19, 2023 ⏰

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