Capítulo 22: Una Pared Llena de Pinturas, Mas Ninguna Retrata su Belleza

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Qi Rong se frotó las sienes y un gran suspiro escapó de sus labios. Contempló con impotencia al niño detrás del escritorio de jade con ojos brillantes y redondos llenos de expectación.

—¿Qué es esta vez? —preguntó fríamente, tomando un informe de una mariposa plateada que revoloteaba. Alzó una ceja hacia la criatura antes de hojear un papel—. Si no es nada relevante, entonces vete. Este ancestro no tiene el suficiente tiempo libre para entretener a un niño.

Guzi frunció sus tupidas cejas al ver la frialdad dirigida hacia él, pero se armó de valor y levantó la taza de porcelana en su mano sobre su pequeña cabeza.

—¡Guzi hizo té verde para Gege Verde! —anunció con orgullo, colocando la taza en el escritorio de jade. Rápidamente se sopló las manos que se habían puesto rojas por el calor emanando de la taza y continuó: —¡Tío Li me enseñó como hacer el té favorito de Gege Verde!

Qi Rong observó el misterioso líquido negro con trozos visibles de hierbas trituradas nadando alrededor. Sacudió la cabeza y dijo: —Niño, ¿quieres un consejo honesto de este ancestro?

Los ojos de Guzi se encendieron y enderezó su postura como un perro obediente. —¡Mn!

—Nunca vuelvas a hacer esta abominación —escupió Qi Rong, quemando el informe en sus manos y permitiendo que las cenizas cayeran al suelo—. Y deja de venir por aquí, todo lo que haces es darle dolor de cabeza a este ancestro. A este ancestro no le interesa tu gratitud, no necesitas pagarme.

Guzi observó el té con gran concentración, haciendo que Qi Rong se preguntara si el niño iba a llorar por sus crueles palabras. Dios, qué pesadilla sería si lo hiciera.

En cambio, Guzi miró a Qi Rong y preguntó con una sonrisa: —Umm, Gege Verde, ¿qué significa "abominación"?

Qi Rong sintió que le iba a doler la cabeza.

—Este ancestro quiere decir que tu té es terrible y que nunca deberías volver a hacerlo —respondió el señor fantasma.

Guzi estaba confundido.

—Gege Verde, ¿cómo sabes que no te gusta? ¡Aún no lo has probado! —preguntó con curiosidad, parecía estar pensando largo y tendido sobre por qué su salvador se obstinaba en no beber su té.

—Este ancestro no necesita probarlo para saber que es terrible —respondió Qi Rong con descaro, queriendo que el niño lo dejara solo—. Pruébalo tú mismo si tienes tanta curiosidad. Ahora, fuera de mi vista.

Guzi frunció el ceño y se paró de puntillas para envolver sus dedos alrededor del asa de la taza, llevándola a su boca para tomar un pequeño sorbo.

Su cara se arrugó por el amargo sabor, pero lo volvió a colocar en el escritorio.

Si Guzi tuviera que ser sincero, el té sabía mal, realmente mal. Pero a los adultos les gustaban las cosas amargas y otras cosas raras que Guzi nunca quiso probar por sí mismo. Si el té era así de malo, entonces debía ser delicioso para el Gege Verde, ¡ya que era un adulto!

—¡Sí, es delicioso! Gege Verde, ¡pruébalo! ¡Te gustará! —le persuadió Guzu, empujando la bebida misteriosa cerca de Qi Rong.

Qi Rong observó la taza de té con aparente disgusto, ¿este niño no esperaba que bebiera de la misma taza de la que él ya había bebido?

—¿Cuántas veces tengo que decirte lo poco dispuesto que está este ancestro a beber tu té? —dijo el señor fantasma con molestia—. Si no tienes nada mejor que hacer, ¡entonces haz que los sirvientes beban el té en su lugar!

Aunque Guzi había trabajado duro para seguir la receta que el Tío Li le había dado, parecía que el Gege Verde odiaba su té.

Bueno, ¡sólo tendría que hacer un mejor té la próxima vez!

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