6.

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MATTHEW

Salí completamente furioso del estudio de papá, ¿Cómo demonios pueden hacerme esto?, al llegar a mi cacharro vi que no tenía mis llaves a mano, decidí volver a buscarlas.

— ¿Es completamente necesario vivir en la misma casa? — escuché que esa mujer le preguntaba a mi padre, decidí quedarme tras la puerta a escuchar un poco.

— Lo es, lo siento Katherin, se por lo que estás pasando, pero mi hijo necesita aprender a sobrevivir y valerse por su cuenta, quiero que haga todo por sus propios medios, debe aprender a ser responsable, y que mejor que haciéndolo responsable de alguien más, espero que con la convivencia se logren llevar bien —

— Yo también lo espero — hubo un silencio por unos pocos segundos.

— ¿Tiene que si o si mantenerme? — rodé los ojos al escucharla. — Siempre me valí por mi cuenta, de hecho, yo soy quien lleva todos los gastos de mi hogar, no me gustaría depender económicamente de él —

— Así se firmó el acuerdo Katherin, piensa en la razón por la que lo estás haciendo y sólo acepta las cosas como están designadas en el mismo — me hubiera gustado ver su cara.

— Ahora, este es tu nuevo horario de trabajo, trabajarás con mi hijo en la empresa, así que irán y volverán juntos del trabajo, él no lo sabe, pero los tendré completamente vigilados — así que él quería jugar sucio.

Entre de golpe al despacho abriendo con fuerza las puertas.

— Olvide mis llaves — camine hasta donde estaban y me sorprendí al encontrarlos a los dos, cuaderno en mano dibujando.

— Pasa hijo, busca lo que olvidaste y lleva a la señorita a la casa que compartirán a partir de ahora en adelante — ella lo miro con sorpresa, pero aun así no dijo nada.

Se levantó de su silla y le extendió el cuaderno al viejo, él lo tomo y sonrió de medio lado, — Es simplemente maravilloso, como lo dije, tienes un talento innato para el diseño, estaré encantado de tenerte en la empresa — ella sonrió y estrecho su mano antes de salir del lugar.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

El camino al apartamento fue silencioso, en ocasiones giraba mi rostro para mirarla un poco, era una tentación, una en la que no debía caer por nada del mundo.

Mi padre era un ingenuo si creía que todo iba a ser como él lo estipulaba, haré de este matrimonio una tortura, la mire nuevamente.

"Eres mía pelinegra, haré tu vida un infierno, no tienes idea donde te acabas de meter, suplicaras que te dé el divorcio"

Al llegar del lugar ella bajo del auto antes que pudiera abrir su puerta, me acerqué a ella y apreté su muñeca con algo de fuerza.

— No vuelvas a bajar del auto sin esperar que abra la puerta, por si no lo sabes soy figura pública y si alguien fotografía mi falta de "modales" y se publica un artículo mi padre va a volverse loco — ella sólo me miro y miro el agarre de mi mano, haciendo fuerza para soltarse.

— Basta, me lastimas — le solté la mano con búsquedas y ella camino adelante te mi hasta llegar frente al ascensor.

— ¿Qué piso es? — entre al edificio siguiéndola, al entrar el ascensor oprimí el botón del piso siete.

Entramos al apartamento y ella miro a todos lugares, fui siguiéndola hasta que llegamos a la habitación principal.

— ¿Sólo hay una habitación? — dijo mirando todo.

— ¿Acaso no ves? Aparte de inepta, ciega —

— Bien, yo duermo en la habitación — la mire anonadado.

— De eso nada, dormirás en un sofá o en la habitación de diseño que tienes acá, un colchón será suficiente para ti — ella suspiro

— Al igual que a ti, a mí no me agrada para nada esta situación, sin embargo, estoy tratando de llevarla de la mejor manera posible, no me hace nada de ilusión tener que vivir con un idiota como tu —

— Tampoco me apetece vivir con una problemática —

— La cama es suficientemente grande para los dos, si ponemos algunas almohadas haciendo una división podremos dormir en la cama los dos — la mire enarcando una ceja.

— por supuesto que no, no compartiré la cama con nadie — ella negó con la cabeza y salió de la habitación dejándome sólo en el lugar.

KATHERIN

Salí de la habitación Principal, en sí, este apartamento era mucho más pequeño que mi casa, pero mi madre necesitaba urgente ese tratamiento médico y sólo por ella aguantaba estas cosas.

Revise bien la habitación que estaba diseñada para mí, era un estudio muy bonito, tenía una mesa larga ideal para diseñar y cortar los moldes, un armario lleno de telas de todo tipo, una hermosa máquina de coser de última generación, era simplemente perfecto.

Si ponía la mesa contra la pared de la ventana y ponía la silla al frente, tenía espacio suficiente para meter una cama sencilla, era más que suficiente para mí, así le daba el espacio necesario al niño de papi, si conseguía una con cama carro abajo podría poner las telas ahí, y mi ropa en el armario.

Di un masaje a mis sienes, desde que comenzó todo esto mi migraña había vuelto, debía tomar mis medicamentos antes de tener una crisis.

— ¿Qué haces acá? — en la puerta se encontraba mi futuro esposo.

— Este será mi cuarto, así podrás quedarte en el principal — él me sonrió victorioso, ¡Idiota!

— Dime cuál es la razón para casarte conmigo —

— Dinero— dije encogiéndome de hombros.

— Es obvio que dinero, pero dime la verdadera razón —

— La verdadera razón — me relamí los labios. — La verdadera razón es dinero — lo vi apretar sus puños.

— Como sea, sólo quiero que sepas que tienes una semana después de la boda para pedir el divorcio — sí, sí, ya le iba a hacer caso, corriendo.

— Claro que no, si no quieres eso tendrás que pedir el divorcio tu — lo vi empezar a hiperventilar y sentí algo de miedo, mi muñeca se estaba tornando violeta, por lo que deduje que era una persona violenta.

— Tienes que terminar esto — gritó asustándome.

— No, no lo haré, por más difícil que sea para los dos tenemos que aguantarnos — grite y trague saliva dando un par de pasos hacia atrás cuando empezó a acercarse a mí.

— Te vas a arrepentir de tus decisiones —

— Ya lo hago, pero no tengo de otra — salí de la habitación y del apartamento lo más rápido que pude, sentía que si me quedaba en ese lugar más tiempo correría peligro.

Llegué a la entrada y respiré con tranquilidad unos segundos.

— ¿A dónde crees que vas? — lo mire algo agitado, ¿Acaso bajo por las escaleras?

— A mi casa —

— No — sentencio firme

— ¿No?, ¿Quién lo dice?, Tú — lo señale de mala gana

— Exactamente, lo digo yo, ahora iremos a tu casa por tus cosas, volverás a esta casa hoy mismo — suspire derrotada.

Hoy empezaban mis tres años de martirio.

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora