7.

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MATTHEW.

—¿Dónde queda tu casa? — ya habíamos salido a la calle y nos encontrábamos de pie frente al edificio.

— Primero quiero a ir a otro lugar si no te molesta, ¿te parece que nos veamos más tarde? — fruncí el ceño.

— No, sabes cómo se pondrá mi padre si se entera que estás moviéndote sola por la ciudad, se pondrá como loco y me hará la vida imposible — ella suspiro.

— Quiero ir a casa de mi padrino, le pedí prestada una cama con cama carro abajo o con gavetas, tengo que ir a buscarla — ¿para qué quería una cama de niños? Esta era tal vez la mujer más rara del mundo.

— No me queda de otra más que llevarte —

— Igual no puedes hacer nada, tu auto no sirve para transportar una cama — en eso tenía razón.

Me quedé pensando una buena forma de solucionar esta mierda, si lo que decía el viejo era verdad, y nos tenían bajo completa vigilancia el que la dejará sola sólo me iba a dejar sin nada, maldito viejo y sus ridículas exigencias.

— Hagamos algo — ella me miro de reojo, — Te dejó en tu casa, busco una camioneta con mi amigo, paso por ti y vamos por esa cama de niños que quieres —

— No quiero una cama de niños, pero es lo que entra en esa habitación pequeña, y la cama carro de abajo o las gavetas son para las telas que muy amablemente me dejó el señor Collins, así podré usar el pequeño armario para mi ropa —

— Menos mal que sabes vivir como pobre — cada vez me estaba estresando más, y el pensar que alguien me pudiese fotografiar con ella en la calle me ponía de los nervios. Ella me fulmino con la mirada.

— ahora entiendo a tu padre, eres un caso perdido — la sangre subió a mi cabeza de golpe

— ¡DEJA DE DECIR ESTUPIDESES! — sólo hasta que vi su cara de miedo fui capaz de ver lo que acababa de hacer, tenía mi mano levantada para golpearla.

Dos hombres se acercaron a mi espalda y me tomaron de los brazos.

— ¿Qué hacen?, suéltenme — uno más grande, que reconocí de inmediato como el gorila personal de mi padre se acercó a ella.

— Lo sentimos señorita — ella aún parecía en shock

— Joven Matthew, el señor nos pidió llevarlo a la mansión, síganos — aún sin soltarme de los brazos me alejaron de la entrada del edificio hasta una camioneta negra ubicada cerca.

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—¿En qué demonios estabas pensando? — mi padre gritaba como loco mientras mi madre lloraba sentada en el sofá.

— No te criamos así — dijo mamá entre lágrimas y algo se removió dentro de mí, no la veía llorar de ese modo desde la muerte de Maggie.

— Lo siento mamá, fue un impulso, no sé qué me paso, estoy furioso con esto que decidieron para mi — me pase las manos repetidas veces por mi cabello desordenándolo.

— No quiero vivir con otra mujer, no quiero saber de compartir mi vida con una mujer, porque la mujer que creí amar, nos arrebató de nuestros brazos el ser más importante de nuestras vidas — mi querida Maggie, mi hermanita querida, recordarla hacia que se sintiera un enorme vacío en mi corazón.

— Quiero que arregles eso lo antes posible, debo llamar a Katherin para disculparme por esto — el viejo estaba como loco. — Y deja de pensar en lo que pasó con esa mujer, no fue tu culpa — Fue mi culpa, yo la traje a esta casa.

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora