29.

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MATTHEW.

El domingo había llegado, me sentía con dolor de cabeza y tenía mis ojos enmarcados con grandes ojeras, el no sentir a Katherin en la cama no me permitió dormir tranquilamente.

Me levanté temprano en la mañana y ordene todas las cosas que debía llevar de regreso a mi apartamento, conseguí algunas cajas en un supermercado cercano y ayude a empacar las telas y objetos de costura de Kathe.

Ella se encontraba pensativa, parecía ida, y cada que intentaba acercarme a ella me huía. Me senté en el sofá, ahora no parecía tan incómodo, toda la intimidad y cercanía que nos brindaba este pequeño apartamento se iba a perder en el momento que llegáramos al mío.

Salí a comprar algunas cosas, entre ellas compré un paquete de gomas de ositos, había descubierto que eran las favoritas de Katherin, siempre estaba comiéndolas, y de alguna manera tenía que hacer el ambiente que nos rodeaba menos tenso.

Camino al apartamento la encontré sentada en una silla del parque cercano al apartamento, me iba a acercar, pero vi llegar a Jonathan al lugar, se saludaron de beso en la mejilla y se sentaron de nuevo en la silla. ¿Qué hacía Jonathan con ella? Decidí acercarme sin ser visto, y logré esconderme atrás de unos arbustos donde podía escuchar lo que hablaban.

— ¿Entonces te dijo eso? — pregunto él.

— Si, es extraño, me siento confundida — suspire, esto de escuchar a escondidas no estaba bien. — además, hoy ni siquiera pude verlo a la cara, prácticamente pasé la mañana evitándolo —

— ¿Por qué? ¿Sientes algo por él? — quería escuchar esa respuesta.

— No lo sé con certeza, tú sabes mis sentimientos —

— Los conozco, pero eso no es nada real, sólo un capricho de tu cabecita, somos como hermanos y yo estoy enamorado de Jen, no puedo corresponderse como quisieras y sabes que tampoco quieres que lo haga — ella estaba enamorada de él, pero, él no de ella, tal vez aún tenía una oportunidad

— No sé qué hacer — le dijo ella con la voz entrecortada. Al estar agachado en los arbustos me era imposible ver sus expresiones, pero estaba seguro que se encontraba llorando.

— ¿Quieres mi consejo? — hubo unos minutos de silencio, supongo que ella asintió o algo, el no ver me inquietaba mucho.

— Te aconsejo que te des una oportunidad con él, es mi mejor amigo, sé que es una persona grandiosa, aunque a veces no lo demuestre y se pase de idiota, date la oportunidad de conocerlo mejor, esto que me contaste no había pasado en muchos años, para él también debe ser difícil abrir su corazón a ti, ya lo defraudaron una vez y de la peor manera — eso era algo que no debía estar contando. — Una cosa más, no cambies tu actitud con él, muéstrate normal mientras aclaras tus sentimientos —

— No puedo, ayer me dice que yo le gustó y que quiere intentarlo, pero hace unos días estaba acostándose con una rubia plástica — Ese maldito error me iba a seguir hasta el fin de mis días. — Eso es lo que más me confunde, no quiero que me use, que sólo diga esas palabras bonitas con tal de llevarme a la cama — bueno, eso tenía algo de sentido.

— Él nunca haría eso, si quisiera sólo llevarte a la cama ya lo hubiera hecho, conozco a mi amigo, piensa bien las cosas —

— Gracias Jonathan, ahora cuéntame ¿cómo va todo? —

— Bueno — estaba un poco dudoso en responder, aun así, lo hizo. — Le he pedido a Jen que sea mi novia, y ella ha aceptado — auch.

— Que bueno, me alegra que puedan ser felices —

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora