Ramé[CM#2]✔

Capítulo IV

Venecia

El frío me hace abrir los ojos lentamente. Los recuerdos de los últimos momentos en los que estuve consciente me golpean haciéndo que me mueva con brusquedad sobre la silla en un inútil intento de safarme. Detallo a dos hombres en la oscuridad. La cabeza me palpita y no puedo pensar con claridad. ¿Dónde está Damon? Estoy llena de agua.

-¡Al fin despiertas! _Espeta uno de los hombres. Su voz no me es conocida. Las luces se encienden haciéndo que entrecierre los ojos por la molestia que me causa. Cuando me acostumbro, lo detallo. Definitivamente este señor no es Christopher y si mi mente no me falla, estoy frente a Ilenko Romanov. Paso saliva. Él no tiene fama por ser muy amable. Me preparo mentalmente para lo que se viene, solo espero que mi muerte valga la pena y mi papá pueda recuperar a Damon.

-No sabes cuanto tiempo esperé para vengarme de ese hijo de puta _Comenta con una retorcida sonrisa en los labios. ¿Qué culpa tenemos mis hermano y yo por los actos de nuestro padre? Somos considerados su debilidad aunque siendo sincera a veces he llegado a pensar que a Antoni Macherano solo le importan dos cosas en el mundo. La primera es él mismo y la segunda Rachel James. Por mucho que diga odiarla aún sigue respirando y eso no es propio de él. Supongo que no debe ser nada fácil acabar con la vida de la mujer del Vor de la mafia rusa.

-No dirás nada _Musita. Lo ignoro. No pienso decir una sola palabra. Pueden hacer lo que quieran conmigo, pero no obtendrán nada de mí. Fui entrenada con antelación para este tipo de situaciones. Cuanta razón tuvo mi padre cuando me dijo que algún día me vería obligada a ser más que una chica fina, distinguida y educada.

-Supongo que tendremos que hacer que seas más flexible _Masculla. Un imponente hombre entra en la habitación y con su llegada Ilenko se marcha, antes de salir agrega _Que tenga una bienvenida inolvidable.

Uno, dos, tres, cuatro. Uno, dos, tres, cuatro. Pierdo la cuenta de los innumerables golpes que recibo. Ni siquiera me dan la oportunidad de defenderme. Después de las descargas eléctricas y los incontables golpes, apenas puedo abrir bien los ojos y cada extremidad de mi cuerpo palpita. Termino en una esquina de la pequeña habitación cubriendo mis piernas. Alguien saca al hombre de la habitación, no logro distinguir quien es. Agradezco que no me halla hecho algo más que golpearme. No quiero que mi primera experiencia sexual sea en estas condiciones, ni mucho menos con alguien que no me interesa.

-Tranquila, te ayudaré _Escucho una suave y delicada voz en la lejanía. Lucho para mantenerme consciente, pero al final termino siendo derrotada por el cansancio y el dolor.

Cuando recupero la consciencia ya no me encuentro en la pequeña habitación. Estoy sobre una cama, ya no llevo la misma ropa, alguien se encargó de curar mis heridas. ¿Qué les pasa a estas personas? Primero me golpean hasta casi matarme y después me curan. Sin duda alguna estoy en el epicentro de la locura y crueldad. Mis pies tocan el piso. Su frialdad lejos de molestarme son un alivio para el dolor. Intento caminar y termino consiguiéndolo. Cada paso es una tortura. Llego hasta la puerta, para mi sorpresa esta se encuentra sin seguro. Los gritos provenientes de la primera planta aumentan mi dolor de cabeza.

-¡Di ordenes claras, madre! ¡No puedes pasar por encima de mi autoridad! _Grita enojado el Boss de la mafia en un perfecto ruso. Me sujeto del barandal de la escalera. Desde mi posición veo con quien discute. Es una mujer. Sus ojos se posan en mí. Me recuerda a alguien. ¿Dónde he visto a esta señora?

-Despertaste _Musita animada. Camina en mi dirección. Me coloco en posición de ataque. Ella me regala una sonrisa que muy a mi pesar me parece sincera.

-Tranquila. No te haré daño, tampoco permitiré que vuelvan a lastimarte _Asegura. No me muevo de mi posición. Me salvó, pero no puedo confiar en nadie. Estas personas utilizarán todas sus armas para acabar conmigo y sacarme información de mi padre. Sus manos acarician mi rostro con una delicadeza exagerada para no lastimar mis heridas.