Ramé[CM#2]✔

Capítulo XXIV

De todos eras tú el único que despertó en mí los sentimientos que me hicieron humana. Eras capaz de destruirme, amore mío. Lo que jamás se me ocurrió pensar, es que lo harías. Fragmentaste mi alma sin pensar en el dolor que me ocasionarías. Aun así....

Un mes después;

Venecia;

Cuando mi abuela demandó que tenía que casarme con Christopher me quedé paralizada. Una parte de mí lo deseaba con todo su ser, pero otra me recordaba todo el tiempo que era un acuerdo por el bien de la Bratva y nuestra segura supervivencia. Sin embargo, no podía evitar emocionarme la idea, y eso me asustaba. Fue una ceremonia sencilla solamente con las personas más cercanas a nosotros. Nuestro matrimonio no podía llegar a los oídos de Antoni ya que sacaría conclusiones que no nos convienen. Para nuestros enemigos, Ilenko Romonav seguía dirigiendo la mafia rusa.

Mi tío sigue igual, los doctores no han detectado ningún cambio, o mejoría. Emma comienza a desesperarse, y debo confesar que me siento de la misma manera. Llevo tres semanas siendo la esposa del nuevo Boss de la mafia rusa. Christopher se ha comportado como un verdadero hijo de puta. El mismo día de nuestro matrimonio volvió con Rachel James. Tuve una severa crisis de nervios, ira, pánico, en fin me afectó más de lo que todos piensan. Solamente mi abuela se enteró de esto. Para la mayoría me encuentro viajando por el mundo, pero la realidad era mucho más vergonzosa y deprimente. Viktoria Romanov se vió obligada a internarme en una clínica de reposo. Estaba fuera de control, no era necesario que Angelo tuviera el control para que las ganas de matar me superaran. La sentía en mi cabeza todo el tiempo, estaba enojada, podría decir que hasta más que yo. Christopher demostró que no le importo para nada y hoy por fin puedo regresar. Me detallo en el espejo de mi habitación y sonrío. Esta última semana me ha servido para recordar quien soy, y lo que valgo. Siendo honestos tuve que admitir algo que jamás volverá a salir de mis labios en una de mis terapias. ¿Cómo pudo perdonarla? ¿Tan grande es el amor que le profesa? Niego internamente. ¡No! El nuevo Boss está muerto para mí. Mi abuela me aseguró que se mudó a otra recidencia con Rachel y los mellizos. Tenía estrictamente prohibidas las llamadas y las visitas. Una que otra vez me permitían hablar con alguien y siempre elegí a los mellizos.

Les contaba las anécdotas que viví en un pasado lejano para que se sintieran bien. Recuerdo lo emocionados que estaban con mi boda. No tienen la madurez suficiente para saber lo que es un acuerdo de conveniencia. La enfermera entra con el desayuno y hago una mueca de desagrado. Tapo mi boca y apenas me da tiempo llegar al baño. Expulso todo lo que tenía en el estómago. Esta nueva medicación tiene efectos secundarios horribles. Todas las mañanas es lo mismo. Además parezco zombi la mayoría del tiempo por el sueño que me provoca. Las sigo ingiriendo porque la voz en mi cabeza ha desaparecido.

-Venecia, me preocupa mucho esas naúseas. Puedes estar rechazando la medicación y me temo que de ser así, no podrás marcharte hoy _Asegura Meyvis la enfermera que me asignaron desde que llegué. Niego ante sus palabras. Humecto mi rostro con agua fría.

-Debo irme. Es hora de regresar a la realidad _Musito cuando recupero el aliento. Me siento sobre el retrete hasta que la debilidad acaba. Ojalá Meyvis se hubiera quedado tranquila, sin embargo, la doctora que atiende mi caso pidió una reunión conmigo. ¿Qué sucede ahora? ¿No podré irme a casa? Necesito ver a Amelie y de ser posible a los mellizos. He extrañado mucho a Emma. Sé que me necesita.

Camino por los pasillos con el corazón latiéndome a un ritmo preocupante. Si la doctora determina que debo quedarme más tiempo no hay nada que pueda hacer.

-Buenos días, Venecia _Me saluda con su típica sonrisa. ¿Cómo puede sonreír siempre? ¿No tendrá problemas en su vida personal? ¡Imposible! Todos tienen problemas, algunos lo ocultan mejor que otros y la mujer frente a mí, sin duda, es la mejor en ello.