Capítulo XXV

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...Continuo amándote con todo mi ser. Eres mi perfecta maldición. Somos tan iguales que deberíamos alejarnos, sin embargo, aquí estamos, amándonos en silencio y gritándonos un "te odio" que ninguno de los dos siente...

Angelo;

Uno

Dos

Tres...

Los gritos se escuchan por toda la casa. La sangre baja por mis manos haciéndome sonreír. El cuerpo de Rachel ya está frío debajo de mis pies. Christopher me apunta con el arma. Meneo la cabeza. Una lágrima baja por mi mejilla. ¡Va a matarme! Me acerco a él con lentitud. Pienso cada paso que doy. Si voy a morir, para mí sería un honor que él, acabara con mi vida.

-¿Me asesinarás? _Pregunté una vez me encontraba frente a él. Apretó la mandíbula. Sonreí de lado al entender que no puede matarme y aunque me cueste admitirlo, yo a él, tampoco.

-Quiero estar contigo _Dice las palabras que tanto deseé escuchar. Mi corazón late apresuradamente contra mi caja torácica. Solo se pone así cuando siento el placer que me da ver una vida apagándose en mis manos.

-Amore mío _Musito dejando caer la daga. Lo rodeo con mis brazos. El disparo sale de su arma. Lo observo con los ojos cristalinizados.

-¡No! _Grito con todas mis fuerzas. Las sábanas están empapadas en sudor. Estoy teniendo un ataque de pánico. ¿No se supone que estas pendejadas solo le pasan a Venecia? Respiro profundamente en un inútil intento de obtener aire.

Uno

Dos

Tres...

Esos malditos números no me dejan pensar con claridad. Se repiten en mi mente todo el tiempo. No sé cuando tiempo pasó desde la última vez que pude tomar el control de mi cuerpo. Muy pocas veces me sentía viva. Supongo que alguien medicó a Venecia, la pregunta aquí es, ¿por qué dejó de tomar la medicación? Me levanto de la cama y vuelvo a sentarme. ¿Por qué siento mi cuerpo tan pesado? Tengo ganas de llorar. ¡Yo nunca he tenido ganas de llorar! Quiero que él me abrace hasta quedarme dormida. ¡Por dios! Parezco una adolescente hormonal que no sabe controlar sus emociones. Masajeo mis sienes. Voy al baño y después de pasarme dos horas en él. Una vomitando todo lo que tenía en el estómago y la otra intentando mejorar mi apariencia. Necesito descubrir que sucede. Las ancias de volver parte de mi sueño realidad hacen que mueva las manos sobre mi regazo de manera nerviosa. Bajo las escaleras de la nueva casa. Me siento en la mesa junto a todos. Mi mundo entero se detiene cuando veo a Christopher Morgan sentado frente a mí. Me concentro en la. Ok, ¿por qué la sola idea de ingerir alimentos me está revolviendo el estómago? ¿Estaré enferma? Retiro el plato frente a mí.

-Tráeme un té _Le ordeno a la muchacha de servicio que asintió sin levantar la cabeza. Todos me observan. Sé que estoy horrible, sin embargo, no entiendo el motivo por el cual me gané la atención de toda la mesa.

-¿Te encuentras bien, Venecia? _Pregunta Viktoria. ¡Qué pregunta más estúpida! No se da cuenta de que hoy amanecí como si me fuera a morir. Lo que acabó de arruinar mi mañana fue la presencia de cierto hacker. Tapé mi naríz.

-¡Por dios, Patrick! Que olor más repugnante _Musito. Salgo corriendo de la estancia. El aire frío golpea mi rostro eliminando mis ganas de vomitar.

-¡Muy bien! ¿Cuál es el problema que tienen las mujeres con mi perfume? _Inquiere Patrick y la sensación de querer vomitar las entrañas reaparece. Choco con el pecho de alguien. Me volteo encontrándome con el guapo Dominick. Muy bien, es la hora de mi venganza. No sé cuanto tiempo ha pasado ni si Venecia ya cayó de nuevo en los engaños del Vor, pero yo continuo molesta. ¡Muy molesta! Verlo desayunar animadamente junto a la ex teniente me molestó. ¿Nunca han sentido la extraña necesidad de que lo abracen y mimen? Bueno... yo jamás había sentido esas estupideces, pero ahora mismo me refugio en los brazos de Dominick, a diferencia del perfume de Patrick, él si tiene buen gusto.

Ramé[CM#2]✔Where stories live. Discover now