Rasalas Merope Black

9.5K 470 35
                                    


En una de las esplendorosas ventanas del número 12 de Grimmauld place se encontraba una joven de piel pálida, ojos grises y cabello azabache rizado. Se trataba de la joven Rasalas Merope Black, mellizas de Regulus Black y heredera de la Noble casa de los Black.

La menor no quitaba su vista de la ventana, de la carta que tenía en manos y de su cuervo que posaba en su hombro. No sabía si enviarla o no a su hermano mayor, Sirius.

Estaba segura que el aún estaría molesto por la discusión anterior y la trataría de mentirosa por decir lo de su amigo, el cobarde de pettigrew. Sirius no confiaría en ella, no en mortífagos.

—Sé que Sirius es un completo idiota—Rasalas volteó a ver a su hermano al escuchar su voz—Hay que mandársela y allá el que hace, si creernos o no. Nosotros cumplimos en avisarle

—Avisemos al idiota de nuestro hermano entonces—Regulus asintió dandole una media sonrisa.

Rasalas prosiguió a abrir la ventana y darle la carta para Sirius a su cuervo, que este solo basto con un par de caricias en su cabeza para salir volando. Aún no estaba convencida que Sirius le creería.

—Nos Creerá—Aseguró Regulus que se acostaba en su cama con una Snitch dorada en el aire.

Rasalas lo miro con incredulidad—Si claro, y yo soy fea

—Diría que sí, pero te pareces a mi, entonces no lo eres—El pelinegro le guiño el ojo y Rasalas negó con una media sonrisa.

La menor vio de reojo la ventana dando un leve suspiro, decidió no prestarle tanta importancia al asunto, tenía asuntos más importantes que ese. Saco su reloj de bolsillo para ver qué ya era hora de la medicina de su padre.

Caminó hasta su escritorio, que este estaba lleno de libros, frascos de pociones, plantas y varias otras rarezas, busco en uno de sus cajones la poción que había hecho su hermano y ella por casi toda la noche para poder curar a su padre.

Tomo en manos el franco largo que poseía un liquido verde y para nada apetitoso, miró a su hermano que miraba atento al frasco con temor que no funcionará. Ya lo habían hecho y no pasaba nada con la salud de su padre, este tenía que funcionar.

Ambos asintieron y la ojigris salió de su habitación para ir directo a la habitación de sus padres, sin antes de saludar al retrato de su tatara-tatara-abuelo Phineas. Rasalas entró al cuarto semi-oscuro dónde ya se hacía costumbre ver a su padre postrado en una cama.

—Padre—llamó casi en susurro mientras arrodillaba una pierna. El hombre con barba recortada abrió los ojos con pesadez y vio a su hija a su lado.

—Hija mía...

—Shh, tranquilo—evitó que se esforzara tanto al hablar—Es hora de tú medicina

—¿Es la... misma?

—No, padre. La otra no nos dió resultados que queríamos, esperamos que esta si los dé

—Solo espero... que sepa mejor

—Pues no se mira de buen aspecto—la joven mostró el frasco. Orión hizo una cara de asco haciéndola sonreír y el reír con debilidad.

—Dame eso de una buena vez

Rasalas asintió con una leve sonrisa, se acomodó mejor para sostener la cabeza de su padre y así poder darle la poción, con esperanzas a qué hiciera efecto. Al terminar dejó un beso en la frente de su padre y salió cerrando la puerta a sus espaldas.

Recostó su espalda en la puerta y alzo su cabeza con los ojos cerrados dando unos leves golpes en la puerta, susurraba pudiendo que funcionará:

—Tiene que funcionar, por favor, tiene que hacerlo

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now