El bosque de Dean

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Rasalas despertó de golpe, ya no sentía el peso de Hermione, la cama estaba vacía y en la tienda no se miraba; se puso su gabardina y salió de la tienda, justamente en ese momento, Hermione venía entrando por los hechizos protectores con una cubeta de agua.

—Eres testaruda ¿No?—acusó Rasalas mirando a Hermione, esta sonrió.

—Me siento mejor

—¿Segura?—Black llegó hacia ella y le quitó la cubeta para ponerla en el suelo y después acunar su rostro.

—Te lo aseguro—Hermione se inclinó para dar una pequeña mordida a la nariz de Rasalas.

Rasalas sonrió.

—Buenos días, leoncita.

—Buenos días, Rassy.

Hermione abrazo a la chica, dejando recostar su cabeza en el pecho de Rasalas, que esta la abrazo por los hombros y la alego más a ella.

—Oye, no te había preguntando antes pero, ¿En dónde estamos?—preguntó Rasalas viendo sus alrededores nevados con árboles secos y flores congeladas.

—El Bosque de Dean—respondió sin despegarse del abrazo y alzando un poco su cabeza para ver a Rasalas—. Una vez vine aquí con mis padres, hace años.

Hermione soltó un suspiro. Se dio la vuelta recostando su espalda en Rasalas y esta la abrazo por atrás de la cintura, poniendo su barbilla en el hombro de Hermione. Ella miraba con nostalgia el bosque.

—Así lo recordaba ¿sabes? Los árboles, el río, todo. Nada a cambiado... No es cierto, claro, cambió todo—Rasalas soltó un pequeña risita y dejó un beso en su mejilla—. Si trajera a mis padres, talvez no recordarían nada... Ni el río, ni los árboles y tampoco a mi.

—Hey—Rasalas susurro—, no pienses en eso. Los recuperaremos.

—Deberíamos quedarnos aquí, Rassy, y envejecer...

Rasalas sonrió con dulzura, apretó un poco el abrazo y dejo un beso en el cuello de la castaña.

—Me encanta esa idea—susurró y Hermione sonrió.

Era obvio que estaban divagando, pero se sentía tan bien ese momento. Solo ellas dos en una burbuja donde se olvidaban de los problemas. Sin embargo, después de unos minutos en silencio mientras sólo disfrutaban la vista y compañía, Hermione se volvió a Rasalas poniendo sus manos en el pecho de la ojigris y habló:

—¿Recuerdas al muchacho de la fotografía que harry quería saber quien era?—Rasalas asintió, mientras ponía unos de sus rebeldes mechones castaños tras su oreja—. Ya lo averigüe.

—¿por qué no me sorprende?—dijo Black divertida, sacando una sonrisa de Hermione.

—Es Gellert Grindelwald—Rasalas frunció el entrecejo—. Lo leí en el libro que nos trajimos de casa de Bathilda...

—¿Cuando lo leíst...?

—Lo saque de tu abrigo y lo leí mientras dormías.

Rasalas sonrió alzando las cejas.

—Bueno. Hay que esperar a que Harry despierte y contárselo.

—Tambien hay que contarle lo de su varita...

—¿Que hay con su varita?

Hermione haciendo una mueca, se separó y de su abrigo saco una varita. La varita de acebo y fénix estaba casi partida en dos. Una frágil hebra de pluma de fénix mantenía unidos ambos trozos, pero la madera se había astillado por completo.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now