La Mansión Malfoy

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Rasalas se giró, miró a los chicos y a Hermione que apuntaba a la cara de Harry con la varita, le cogió el brazo y la puso atrás de ella mientras apuntaba con su varita la entrada de la tienda. Hubo un estallido, un destello de luz blanca, y los cuatro salieron disparados; Rasalas dolorida y cegada, trato de buscar a Hermione, pero al mismo tiempo unos pasos pesados la rodeaban.

—¡Levántate, basura!

Unas manos la arrastraron con rudeza por el suelo y, antes de que pudiera defenderse, alguien le registró los bolsillos y le quitó su varita con su diario; lo único que distinguía era las borrosas siluetas de cuatro o cinco personas que arrastraban también a la fuerza a Harry, supuso, ya que tenía la cara deforme, Ron y Hermione.

—¡Suéltela! —gritó. Y de inmediato recibió un puñetazo; Rasalas gruñó de dolor y Hermione chilló:

—¡No! ¡Déjenla! ¡Déjenla!

—A tu novia le va a pasar algo mucho peor si está en mi lista —le advirtió aquella voz bronca, horriblemente familiar—. Vaya muchacha tan deliciosa… Qué maravilla… Me encanta la piel tan suave…

A Rasalas la invadió la rabia. Había reconocido la voz: era la de Fenrir Greyback, el hombre lobo que los había atacado de niños.

—¡No le pongas tus asquerosas manos encima, maldito licántropo!

Rasalas golpeó el estómago del tipo que la sujetaba; al liberarse, se fue contra Greyback, le dió un puñetazo haciéndolo caer y se subió en el a pegarle en el rostro. Dos tipos la fueron a tomar de los hombros y la sujetaron con fuerza.

—¡No la vuelvas a tocar!—el hombre lobo le regreso un puñetazo y un rodillazo en el estómago, haciendo caer a Rasalas sin aire, en el suelo le dió una patada en la cara. Rasalas gruñó tras el golpe y el sabor metálico de la sangre se aproximó en su boca.

—¡No! ¡No le hagan nada!—chilló Hermione.

—Pronto veremos quién eres, idiota—le espetó el hombre lobo y la puso boca bajo.

—¡Registrad la tienda! —ordenó otra voz.

Black oyó un ruido sordo y dedujo que Ron y Harry habían caído a sus lados. Se oyeron pasos y golpes; los hombres registraban la tienda, revolviéndolo todo y volcando las sillas.

—Y ahora, veamos a quién hemos pillado —se regodeó Greyback, y le dio la vuelta a Harry. Una varita mágica le iluminó la cara, y Greyback se carcajeó y bromeó—: Voy a necesitar cerveza de mantequilla para tragarme a éste… ¿Qué te ha pasado, patito feo? —Harry no contestó—. Te he hecho una pregunta —espetó Greyback, y le dio un golpe en el estómago que le hizo doblarse de dolor.

—Me han picado unos insectos —masculló Harry.

—Sí, eso parece —dijo otra voz.

—¿Cómo te llamas? —gruñó el hombre lobo.

—Dudley —contestó Harry.

—¿Y tu nombre de pila?

—Vernon. Vernon Dudley.

—Busca en la lista, Scabior —ordenó Greyback, y se movió para examinar a Ron—. ¿Y tú quién eres, pelirrojo?

—Stan Shunpike.

—¡Y un cuerno! —protestó Scabior—. Conocemos a Stan; ha hecho algún que otro trabajito para nosotros.

Se oyó otro puñetazo.

—Me llamo Bardy —balbuceó Ron, y Rasalas dedujo que tenía la boca ensangrentada también—. Bardy Weasley.

—Ajá, ¿un Weasley? —se sorprendió Greyback—. Entonces, aunque no seas un sangre sucia, estás emparentado con traidores a la sangre. Bien, ahora, veamos a vuestra preciosa cautiva… —El gusto con que lo dijo hizo que a Rasalas se le pusieran los pelos de punta y la ira empezará a correr por sus venas.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now