Olor a fresas

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Rasalas fue despertando poco a poco, por culpa del sol mañanero que se asomaba por una de las viejas ventanas y pegaba justo a su rostro. Con una mueca de dolor fue abriendo los ojos, no era buena idea dormir en el sofá.

Al intentar moverse, unas manos y un leve quejido lo impidieron. Rasalas abrió los ojos sorprendida y parpadeó un par de veces al ver a una dormida Hermione a su lado; solo recordaba haberse quedado hablado por la noche con la castaña, pero no recordaba haber terminado así: ella acostada en el sofá junto a la castaña, que reposaba cálidamente sobre su pecho, la abrazaba por la cintura y mantenía una pierna arriba de la ojigris.

Hermione sin duda la había tomado como el oso de felpa que abrazaba por las noches, o eso creía la joven Black.

—Pss... Hermione... —susurró tratando de levantarla, pero fue inútil.

Sin poder hacer nada más, dejo caer nuevamente su espalda contra el sofá y permanecer inmovilizada por el agarre de la Gryffindor, que no se sentía tan mal, era... Relajante. Rasalas volteó a ver al viejo reloj que colgaba en la pared, y mordió se labio inferior agobiada.

Los chicos podían bajar en cualquier momento.

—Hermione...—volvio a llamar en susurro, como respuesta, solo sintió la pierna de Hermione moverse encima de ella y rozar con su parte íntima—Ay por Merlín...No ahora—dió una mirada rápida para bajo y logro ver el bulto de su pantalón.

Sintiendo sus mejias ardiendo de vergüenza, maldijo en sus adentros. Sin duda odiaba las mañanas, siempre era sensible a esa hora. Rápido pensó con desesperación en como salir del agarre de Hermione; miró hacia la mesa de a un lado que tenía unos libros cerca y tuvo una idea... Desesperada.

—Perdóname, leoncita—Rasalas estiró su mano hacia los libros sobre la mesa y, como pudo, logro botar los libros.

Hermione se sobre salto por el ruido. Rasalas aprovecho para empujarla haciendo que la castaña cayera al suelo y ella con rapidez se diera vuelta en el sofá fingiendo estar dormida, aunque aguanto la risa.

—¡¿Que paso?!—Exclamó Hermione,   desconcertada y mirando a todos lados. 

Rasalas fingió bostezar y despertarse para voltear a ver a la castaña en el suelo. Arqueó una ceja.

—¿Que haces en el suelo?—preguntó y sonrió de lado divertida—¿Te caiste?—se burló.

—Eso creo—respondió Hermione bostezando y sobándose el codo con el que había caído encima. Miró a Rasalas y sonrió tímida—Buenos días.

La joven Black le sonrió y la ayudo a levantarse para quedar sentadas las dos en el sofá.

—Bueno días, leoncita—y pasó unos de los rebeldes cabellos de la castaña tras su oreja—¿Dormiste bien?. Anoche te mirabas cansada.

Hermione soltó una risita nerviosa por el anterior detalle de la ojigris.

—S-si, si. Todo esto es agotador y ni sentí cuando me quedé dormida, solo recuerdo hablar contigo y... —la castaña se detuvo y abrió los—¿Dormimos juntas en el sofá?.

—Es cómodo tenerte encima de mi dormida—Rasalas miró a la castaña que se ponía como los cabellos de Weasley y rió.

—Y-yo lo siento.

—No pasa nada. Subiré a darme un baño para relajarme y asearme—avisó poniéndose de pie—Deberías hacer lo mismo, hoy será un día algo pesado.

Hermione asintió. Rasalas se acercó y dejo un beso en la mejilla de la Gryffindor, al despegar sus labios de la chica hizo una aparición en su habitación.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Where stories live. Discover now