Leoncita

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Todos se habían quedado en silencio mientras escuchaban a Kreacher sollozar, Rasalas lo consolaba sobándole la espalda; hizo una leve mueca al ver su camisa blanca manchada por los mocos verdes del elfo.

El elfo tardó unos minutos en dejar de llorar. Entonces se enderezó, aún sentado en el regazo de la chica, frotándose los ojos con los nudillos como un niño pequeño.

—Voy a pedirte una cosa, Kreacher —Dijo Rasalas en tono suave. Miró al trío de oro... los ayudaría con lo que haría y ella terminaría lo que empezó—. Kreacher, por favor, quiero que vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Necesitamos averiguar dónde está el guardapelo. Es muy importante. Ellos quieren terminar lo que empezamos con Reggie, y yo quiero... asegurarme de que él no murió en vano.

Kreacher dejó de restregarse los ojos, apartó las manos de la cara y, mirando a Rasalas y al trío de oro, dijo con voz ronca:

—¿Que vaya a buscar a Mundungus Fletcher?

—Sí, y que lo traigas aquí, a Grimmauld Place. ¿Crees que podrías hacer eso por mí?

Kreacher asintió y se levantó poniéndose de pie en el suelo-Será un honor para Kreacher hacerlo para la joven ama Rasalas-el elfo iba hacer una reverencia ante Rasalas, pero la ojigris aclaro su garganta.

Rasalas y Regulus le habían prohibido hacer reverencias a ellos, Kreacher iba a castigarse, pero recordó que también le habían prohibido castigarse; Rasalas sonrió al ver que el elfo se quedó quieto.

—Mira, Kreacher, me gustaría... darte esto. —Harry le puso el Guardapelo en la mano. Rasalas miró al de gafas—Pertenecia a ustedes, y... No sé...

Rasalas asintió al entender a lo que se refería Harry que balbuceaba.

Tardaron casi media hora en volver a calmarlo; el elfo estaba tan emocionado por el hecho de que le regalaran un recuerdo de la familia Black que las piernas no lo sostenían. Cuando por fin consiguió dar unos pasos, Rasalas lo acompaño hasta su armario y lo vio guardar el guardapelo entre las sucias mantas y le aseguró que, durante su ausencia, la protección de aquel tesoro tendría para ella la máxima prioridad.

La ojigris dió por último un abrazo ordenadole que se cuidara, Kreacher era lo único que le quedaba y no quería perderlo a el también. Después el anciano elfo desapareció con el acostumbrado y fuerte «¡crac!».

—Les conté lo querían saber-dijo Black llegando a la cocina donde estaba el trío de oro; su tono frío había vuelto—Ahora ustedes me contarán todo lo que pasó después de mil novecientos setenta y nueve

—Es lo justo—murmuro Hermione, miró a Harry y a Ron que asintieron.

—Gracias por enviar a Kreacher—agradeció Ron.

—Y perdón por... Ya sabes—Dijo Harry. Rasalas asintió.

Harry empezó a contar todo lo sucedido durante la ausencia de Black: la profecía y la caída de Voldemort, su regreso nuevamente. Pero lo que la dejo atónita fue saber lo que había sucedido con las personas que la rodeaban en su época.

Sin duda ya nada era como antes...

—Rasalas, ¿Te encuentras bien?—pregunto Hermione preocupada por el silencio de la ojigris y su mirada perdida.

—Yo... —Rasalas limpio rápidamente la lágrima que quería salir. Se aclaró la garganta—Necesito descansar... Si, yo... Disculpen.

Rasalas se puso de pie decidida de salir de la cocina, paro en seco en el marco de la puerta al escuchar la voz de Harry:

—Gracias, Rasalas. Nos has ayudado bastante con la búsqueda.

Rasalas asintió de espaldas en el marco—Estaré arriba, si viene Kreacher avísenme... Con permiso.

𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐌. 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 [#1] (𝐇. 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora