CAPÍTULO CUATRO: Tender

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«Tierna es la noche, recostado a tu lado, tierno es tocar a quien amas demasiado. Tierno es el día cuando los demonios se van. Señor, necesito encontrar alguien que pueda curar mi mente...
Tierno es el fantasma, el fantasma al que más amo, escondiendome del sol, esperando a que la noche llegue. Tierno es mi corazón, estoy arruinando mi vida. Señor, necesito encontrar a alguien que pueda curar mi mente».
(Blur, Tender, 1999)

NamJoon sabía que los primeros días de abstinencia serían, naturalmente, los más difíciles por lo que ya esperaba algunas cosas de antemano y precisamente fue eso, lo que le permitió no impresionarse, cuando al volver a casa, se encontraba con un YoonGi que caminaba de la sala a la cocina y viceversa constantemente mientras TaeHyung lo vigilaba de cerca. Incluso entendía que ese tipo se atiborrara de comida mientras, de vez en cuando, los llamaba Kim enfermero o Kim doctor al dirigirse a ellos.

No obstante, sí que se sobresaltó esa tarde de jueves, cuando apenas puso una mano en la cerradura, al escuchar que algo dentro se caía y rompía. Por supuesto, sin siquiera quitarse los zapatos, se apresuró a entrar, únicamente para hallar a TaeHyung con las manos al frente mientras intentaba avanzar hacia la cocina y llamaba con voz suave a YoonGi. NamJoon ni siquiera tuvo que preguntar lo que sucedía, no al asomarse al fondo del apartamento y conectar con la mirada asustada de YoonGi, quien lloraba, agarrándose el pecho con una mano y con la otra sosteniendo unas tijeras.

-Cristo -masculló al ver la situación algo fuera de control.

-Creí que habías escondido todos los utensilios peligrosos -Escuchó el reclamo de TaeHyung a su lado-. Tijeras, cuchillos, tenedores... todo NamJoon.

-Bueno, parece que se me pasó algo -confesó sin mayor remedio-. ¿Cuánto lleva así?

-Unos minutos, dijo que le faltaba la respiración, note que se estaba poniendo mal así que decidí llevarlo a su habitación para canalizarlo pero apenas acerque la aguja hacia él se desbordó completamente. Me empujó, salió de la habitación y cuando llegué aquí ya tenía un plato en una mano y las tijeras en la otra.

Carajo. Sí, así eran los ataques de pánico, una vez que empezaban solo podían escalar más y más alto. NamJoon no pudo culpar a TaeHyung por lo que ocurría ya que este había decidido hacer lo correcto apenas notó los signos de alerta. Igual no era como si eso fuese importante en aquellos momentos. No, lo que precisaba era evitar a toda costa que ese tipo, que YoonGi, quería decir, se hiciera daño a él o a ellos dos.

Claramente no fue tarea fácil, ya que la cocina era un espacio casi cerrado excepto por donde se conectaba con la sala, además de ser estrecha y alargada, y rodearlo era imposible. La única forma de acercarse era caminando directamente hacia él, lo que justo significaba caminar directo a las cuchillas de las tijeras. NamJoon contempló la posibilidad de hablarle un poco, así, si tenía suerte podría acercarse sin que ninguno de los dos se hiciese daño. Sólo había un problema y es que no sabía qué decirle.

-YoonGi, hey -llamó casi sintiéndose estúpido-. ¿Qué sucede?

-¡Aléjate, no te acerques!

-Tranquilízate, solo quiero ayudarte.

-No, no. Tú me quieres lastimar, quieres matarme.

Un síntoma del pánico era la paranoia. Debía ser aún más cuidadoso en ese caso.

-No, no haremos eso.

-¡Lo harán! -grito YoonGi aún más alto, justo al intentar retroceder tanto como le fue posible contra el rincón de la cocina- Van a matarme, me usarán y después me van a tirar. Lo harán, lo harán. Eso hacen ustedes. Eso nos hacen a nosotros.

Sostenme en tus brazosWhere stories live. Discover now