CAPÍTULO DIECINUEVE: Generous Palmstroke

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«Soy fuerte en sus manos, estoy más allá de mi mismo, por mi cuenta soy humano y cometo errores. Debo confesar, te siento goteando, bajo mis hombros, desde lo alto. Me entrego, me rindo voluntariamente, te pertenezco, soy tuyo. Tienes que confiar, soy eternamente tuyo, todo lo que les di a ellos, te lo di a ti.»

(Björk, Generous palmstroke, 2001, 0m22s)


La sala de espera era un sitio pequeño, la recepcionista en el escritorio tecleaba con apuro en su ordenador y el sonido de las teclas hacía eco por toda la habitación. YoonGi observaba fijamente la pintura colgada en la pared frente a ellos, había demasiados detalles como para poder concentrarse en uno solo punto, tantos colores y tantas figuras lo abrumaron, eso y el incesante sonido de fondo le hicieron marearse. Inconsciente, comenzó a jalar la piel cerca de la cutícula de sus uñas, rápido y frenético. De pronto la mano de NamJoon se puso sobre las suyas y le detuvo. YoonGi se giró para mirarlo y encontró una mirada suave que le invitaba a tranquilizarse. YoonGi acarició la palma de NamJoon con la yema de sus dedos.

A los pocos segundos, de la puerta del fondo, salió una joven mujer, delgada y largucha, tenía unos ojos enormes y unos labios tan rojos como la sangre, lucía tan hermosa que por un momento YoonGi imagino sería una modelo o tal vez una aprendiz de idol. La recepcionista y ella hablaron por un minuto y después la joven se marchó, camino a los elevadores de aquel hospital. La recepcionista les pidió un momento antes de adentrarse en el consultorio. NamJoon no le dijo nada, todo desde ese día, desde la mañana, a excepción de un par de saludos, había sido absoluto silencio entre ellos. De nuevo la mujer volvió a la sala de espera y les dijo que ya podían pasar con el médico. Ambos se levantaron y caminaron al interior de esa otra oficina, YoonGi moviéndose siempre detrás de NamJoon.

Dos noches atrás, después de haber recibido la noticia de su enfermedad, NamJoon le había dicho que, de ahora en adelante, alguien más llevaría su tratamiento médico, él le había preguntado el motivo y el doctor le había respondido «Necesitas un especialista». Pero a YoonGi no le pareció motivo suficiente, al menos no lo comprendía del todo. NamJoon era médico, y hasta donde sabía, uno de los mejores de su generación, su padre también era médico y su abuelo también lo había sido. ¿Eso no era suficiente para que él siguiera supervisando sus medicinas? Y sin embargo, allí estaban, saludando a un hombre desconocido, alto de tez clara y sonrisa amable, YoonGi estaba casi seguro que NamJoon y ese doctor tenían la misma edad, o similar. El hombre les hizo tomar asiento.

— ¿Usted es Min YoonGi correcto? —preguntó el hombre, dándole un vistazo antes de volver la mirada al monitor de su computadora, YoonGi asintió— ¿Y usted es el médico cirujano Kim NamJoon?

NamJoon asintió, el otro hombre torció los labios al mirarlo.

— ¿De casualidad es usted el hijo de Kim ChanSung?

De reojo, YoonGi pudo ver como los hombros de Kim Doctor se tensaban. Este no tardó en responder.

— Sí, pero agradecería no darle importancia si no le molesta.

— Por supuesto —respondió el otro médico, adoptando una postura más seria.

Hubo una breve pausa.

— Bien señor Min, me presento, soy Lee DoHyun, médico internista e inmunólogo. Seré quien de ahora en adelante lo atienda. —dijo antes de hacer una breve pausa y continuar: — El doctor Kim me hizo llegar todos sus análisis y parte de su historia clínica, ya he visto los resultados y lamento que esté pasando por esta situación, sin embargo, dada la premura con la que se le ha diagnosticado y los tiempos modernos en los que vivimos, no hay motivos que nos impidan ser optimistas al respecto de su salud futura.

Sostenme en tus brazosWhere stories live. Discover now