CAPÍTULO VEINTICUATRO: When Memories Snow

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«Cuando nievan los recuerdos y cubren la calle, con la pala quito todos esos recuerdos y despejo el paso para conducir a la tienda. Y cuando los recuerdos se derriten, los escucho en el desagüe, goteando a través de la canaleta, mientras estoy acostado despierto en la oscuridad.»

(Mitski, When memories snow, 2023, 0m0s)


Durante las dos semanas siguientes NamJoon tuvo un total de tres citas con Moon ByulYi. La primera noche YoonGi se fue a la cama temprano para evitar verlo cuando éste volviera. En la segunda cita fingió no darle importancia, concentrándose en estudiar porque era temporada de exámenes de mitad de semestre. Pero para la tercera ocasión, sábado por la noche en específico, ya se había quedado sin planes. Por ser fin de semana no necesitaba dormir temprano, los exámenes habían terminado y aunque había invitado a TaeHyung para pasar el rato este también estaba de cita con una nueva chica cuyo nombre ya se había olvidado.

Así que sí, cuando NamJoon volvió a media noche bien arreglado, apestando a colonia cara y con aliento a vino fino, por supuesto que este lo encontró esperándolo en las escaleras, con media cajetilla de cigarrillos vacía y las cutículas de los dedos destrozadas. A pesar de todo lo anterior, NamJoon no se disculpó ¿por qué habría de hacerlo? Ya habían hablado al respecto. El plan era uno y solamente uno.

¿Entonces por qué le molestaba tanto?

Porque de nuevo era esa cosa que tenía que permanecer oculta, callada y en secreto. La cosa sucia de la que nadie podía enterarse, eso era YoonGi, y la vida se empeñaba en recordarselo en cada una de las oportunidades que se presentaban. NamJoon no decía nada sobre ello pero YoonGi lo veía en sus ojos, él también lo sabía. Y se odiaba por molestarse por algo que ni siquiera NamJoon podía controlar. El mundo allá afuera era solo uno y ninguno de los dos tenía control sobre este.

Y fue tal vez por ello que YoonGi jalo a NamJoon consigo cuando estuvieron dentro del apartamento a la altura de su oficina, o quizá fue este quien lo empujó al interior hasta chocar con el escritorio. Quizás hicieron un desastre con la habitación porque ese era el único sitio donde ellos tenían control sobre sus estúpidas vidas de mierda. Esas eran las únicas cuatro paredes donde ellos podían ser ellos mismos, o algo cercano a eso. La verdad poco importaban las cosas que pasaban afuera cuando YoonGi estaba con NamJoon.

Lo cierto es que YoonGi podía enviar a la mierda el mundo entero si su boca era atrapada por el incontrolable fervor y deseo del amor de NamJoon. Tal vez estaba condenado a pasar el resto de su vida como un secreto, sí, pero YoonGi también entendía que en el mundo había dos clases de secretos, aquellos que la gente odia e intenta negar a toda costa y esos otros tesoros que amaban por sobre cualquier cosa que incluso harían lo necesario para salvaguardarlos de todo mal. YoonGi quiso convencerse que ahora formaba parte de ese otro grupo selecto de objetos valiosos.

Pero intentarlo nunca es igual a lograrlo.

Al menos por esa noche YoonGi pudo olvidarse de todo y casi estuvo satisfecho a la mañana siguiente cuando despertó y vio el montón de papeles tirados en la oficina, riendo en silencio cuando Guksu entró a la habitación y lo juzgo con la mirada mientras agitaba sus bigotes marrones.

NamJoon había salido a su ronda dominical de ejercicios ya casi una hora atrás, así que él se dispuso a arreglar el desorden para tener el apartamento listo cuando éste volviera y así tomar el desayuno juntos. La verdad es que pocas veces metía mano en las cosas de ese sitio, naturalmente cuando hacía la limpieza dejaba todo tal cual lo encontraba sin embargo en dicha situación no había orden precedente que pudiera seguir así que solo improviso. Más tarde, NamJoon podría arreglar correctamente las cosas, él solo haría lo básico.

Sostenme en tus brazosWhere stories live. Discover now