CAPÍTULO OCHO: Il Pleut

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«Está lloviendo. Es lamentable que haya estado lloviendo desde esta mañana. Quiere apoderarse de mi ser sin parecer deshonesto.
Está lloviendo. En estas gotas de lluvia, mis dudas están huyendo. Ya no me aburro.
Está lloviendo pero no es la lluvia que ocupa mis noches»

(Emilie Simon, Il Pleut, 2003, 0m1s)

YoonGi no sabía demasiado sobre el mundo de los mayores, mucho menos entendía sus preocupaciones. Tenía pocos intereses propios, jugar era una de esas cosas pero en general, su mundo giraba en torno a una sola persona y por ende toda su atención siempre se concentraba en ella.

YoonGi pasaba la mitad del día en el colegio y la otra mitad en casa y no había segundo alguno en el que no pensara en ella, salvo, tal vez, cuando miraba la televisión. No era un televisor de lujo el que tenían en esa sala. En realidad era muy pequeño y viejo, pero cumplía con su función y a YoonGi le hacía feliz tener algo en lo que poder ver sus caricaturas de las siete de la noche, porque así se le hacía más rápido el tiempo que debía esperar para volver a verla.

Esa noche era la repetición de uno de sus capítulos favoritos, ese que había visto tantas veces que ya era capaz de recitar los diálogos al derecho y al revés si se los preguntaban, aunque nadie le prestara atención. Ella había llegado a su hogar casi al final de su programa y YoonGi, apenas escucharla cruzar el jardín, había apagado el televisor y corrido a la habitación de la anciana, para poder esconderse y así observarla sin causarle molestias.

La anciana la recibió como de costumbre al pie de la entrada, ella devolvió el saludo y se adentró en la otra habitación con intenciones de, seguramente, cambiarse las ropas. No obstante la otra mujer la siguió con cara seria, quedando ambas en ese pequeño cuarto atiborrado de cosas viejas y maltratadas.

«Casi es invierno y el niño necesita ropa» Había dicho la más vieja de las dos.

«¿Y qué quieres que haga? No tengo dinero y lo sabes»

YoonGi las observaba desde su escondite, siempre atento a las hermosas facciones de su rostro, mirándola. Amándola.

«En el mercado de pulgas hay buenas prendas» , replicó la anciana. «Además ayer has cobrado el sueldo así que dame lo que corresponde a la despensa y otra parte para la ropa de YoonGi»

«¡Me quedaré sin nada!» gritó ella, provocando que YoonGi diera un respingo, asustandose.

«Comes y vives aquí, tendrás lo suficiente para el transporte. YoonGi necesita ropa, es tu hijo y te harás cargo de él correctamente»

Entonces, como si hubiera sabido que él estaba allí espiandolas, ella había volteado hacia su dirección, clavándole la mirada. YoonGi apenas había alcanzado a ocultarse detrás de la cama mientras se encogía sobre sus propias piernas, sintiendo que el pecho una vez más le dolía. Él lo sabía, muy en el fondo de su corazón, lo sabía.

Mami lo odiaba.

...

YoonGi, en compañía de TaeHyung, volvió al apartamento de Kim doctor tres días después de su cirugía, tal y como este último le había prometido. Su cuidado estuvo la mayor parte del tiempo a cargo de esas enfermeras, mientras que Kim NamJoon y Ahn HyeJin lo visitaban esporádicamente a lo largo del día.

Claro que hubo una noche en la que el médico se ausentó por completo y YoonGi supo de inmediato que era su día de descanso, cosa que confirmó cuando Kim enfermero pasó a dejarle unos mangas y le dijo que Kim NamJoon se disculpaba por no despedirse, pero que tenía cosas urgentes que atender durante su tiempo libre. Pensó que eso había sido extraño porque ¿Con qué razón o motivo alguien con la personalidad de Kim NamJoon, se disculparía con él por no poder despedirse? Probablemente solo era parte de su actuación como médico y no sospechó nada, ni siquiera cuando este le dio de alta y lo despidió en la puerta del hospital con una sonrisa amable.

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