Capítulo cuatro: Problemas y delirios de locura

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Problemas y delirios de locura

Todas las verdades son fáciles de entender una vez han sido descubiertas, la clave es descubrirlas.

Galileo

LUCY

Me sentí atrapada, en una especie de pesadilla aterradora en la que tenía que correr y correr para salvar mi vida. Sentí que mis pulmones se quedaban sin oxígeno, que la piel se me pegaba a los huesos, que me ardía la garganta y mis piernas parecían moverse cada vez más despacio.

No sabía qué era lo que tenía hasta que abrí mis ojos, la luz aturdiéndome en el momento en que salí de la oscuridad a la que me había sumergido de un momento a otro. Sentí mi boca seca y escuché algunos pitidos.

¿Estaba en el hospital? ¿Había muerto? ¿Por fin estaría con mamá? No sabía cómo sentirme, parecía que mi cuerpo estaba flotando, pero algo me tenía amarrada al suelo. Moví la cabeza, sintiendo que estaba acostada sobre una suave superficie.

El olor a cloro y alcohol que chocó contra mi nariz me hizo arrugar la misma. Me relamí los labios y sentí que el corazón me latía con fuerza dentro de mi caja torácica. También sentí frío. Un frío estremecedor que me hizo arquear la espalda. Me removí entre las sabanas que cubrían mi cuerpo y cuando sentí una mano fría acariciando mi frente, me tensé.

Todos mis músculos se congelaron y lo único que fui capaz de hacer fue pestañear.

Pestañeé hasta que toda mi visión borrosa se colocó nítida y entonces fue cuando la vi justo a centímetros de mí.

Su cabello negro caía como cascada por sus hombros y su espalda. Los ojos azules brillaron contra la fuerte luz que brindaba el foco encima de nuestras cabezas, su piel se veía tan pálida y tersa como siempre había recordado y creo que nunca podré acostumbrarme al nivel de belleza que siempre ha deslumbrado.

Sus labios rosados e hinchados se abren mientras su mano acaricia mi cabello, estirando y palmando con delicadeza las hebras del cabello que le copié de manera idéntica. Una sonrisa se extiende por su bello rostro y siento que se me ensancha el corazón.

No importa si para muchos en un monstruo, para mí siempre ha sido esa luz que ilumina mi vida. Esa persona que siempre me ha dado fuerzas y esperanzas. Aquella que siempre dio y daría todo por mí, esa mujer valiente y fuerte a la que he admirado desde que tengo uso de razón. Es esa persona por la que vendería mi mismísima alma y sacrificaría absolutamente todo, inclusive lo más preciado.

—Extrañaba verte, d'yavolenok* — dice.

Mi corazón da un vuelco y luego palpita, mi respiración se vuelve superficial y mis manos se ponen húmedas. No importa cuántas veces escuché su voz, ella siempre saca la misma reacción de mí.

—Yo también te extrañaba. — no puedo evitar decir.

Una pequeña sonrisa se forma entre sus labios mientras continúa acariciándome el cabello.

—Vas a despertar pronto. — suelta, de repente y me fijo en ella.

Es las facciones de su rostro que recuerdo a la perfección a pesar de los años. En el color de su piel, en el olor atrayente que desprendía su cabello, en la chispa de maldad en sus ojos, en el poder que emanaba su simple presencia.

—Creí que ya estaba despierta, dorogaya mama*.

Ella ladea el rostro.

—Te extrañé mucho. — digo, sintiendo un nudo en la garganta.

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Where stories live. Discover now