Capítulo once: Opus Magnum

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Opus Magnum

Ningún árbol suele decirse, crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno

Carl Jung

LUCY

Los ojos oscuros de Ángel chocaron contra los míos. 

Por un momento, todos los chicos desaparecieron y solamente estábamos él y yo.  La verdad era que, Ángel tenía el rostro tan golpeado que prácticamente era irreconocible. Quizá por eso era mi asombro o también podría tratarse de las extrañas emociones que se asentaron en mi estómago al verlo entrar en mi habitación.

 —¿Qué carajos haces aquí?

El rugido de Caebrán hizo que saliera de mis pensamientos. Fruncí los labios y Ángel se tambaleó un poco mirándolos a todos.

—¿Por qué no siguen hablando? — preguntó con burla — Quiero escuchar la conmovedora confesión de amor de mis monstruos favoritos.

—Lárgate antes de que te mate. — soltó Consus con una frialdad impresionante.

Solamente pude mirar el celular destruido en el suelo. La amenaza de los mensajes y luego los miré a ellos. Dispuestos a comenzar una disputa, olvidándose del verdadero problema.

—¿Saben que con esas amenazas tontas no van a asustarme? — siseó, adentrándose a la habitación y frunciendo sus labios: — ¿Necesitan salir corriendo a mentirle a papi? Aunque no veo al mentiroso mayor por ninguna parte.

 —Debí dispararte en el corazón para acabar con esto de una vez.

 —¡Ya basta! — les dije, algo desesperada. Tratando de olvidar el hecho de que habíamos hablado sobre hacerlo oficial y todas esas cosas. Arrugué la nariz y señalé lo que todos habían ignorado.

Las expresiones del rostro de todos, se transformaron, en especial la de Ángel.

—¿Qué fue lo que sucedió? — preguntó y Consus fue quien le respondió.

—Hicieron explotar el celular de Lucy.

—Hay alguien que de verdad nos odia y quiere destruirnos. — soltó Cristian con el rostro horrorizado.

—Qué genio. — bufó Caelus y se cruzó de brazos: — No deberíamos hablar sobre esto delante de él.

—También soy parte de la familia. — se quejó Ángel, luciendo molesto por primera vez. No había rastro de burla en su voz ni nada parecido. Tampoco podía fijarme en la expresión de su rostro, puesto estaba lleno de moretones y tenía una venda que le cubría toda la nariz.

—Ya dejaste de serlo para nosotros. — soltó Caebrán y Ángel simplemente los miró. Su atención se centró en mí y eso hizo que Cristian bufara.

—Solamente vine para decirles algo. — dijo, con frialdad, antes de añadir con rabia: — Me mandarán a San Lucifer unos días gracias a sus malditas mentiras.

—¿Es una mentira que hayas querido besarte a nuestra novia? — soltó Consus y Ángel lo ignoró.

—Me enteré de que murió París. 

—No murió, la asesinaron. — dije y Ángel continúo:

—No me enteré por ustedes, ni por mi padre, ni por nadie. Alguien dejó una carta en la habitación de la Clínica, lo que me hizo darme cuenta de que no estaba seguro allá.

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Where stories live. Discover now