Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]

Capítulo uno: Catarsis

Catarsis

Yo soy la proyección de la mentira en que vives, júzgame y senténciame, pero siempre estaré viviendo en ti. 

Charles Manson 

LUCY

El sonido de la ambulancia y las sirenas de la policía, los adolescentes del pueblo destruidos, gritando asustados, llenándose de terror porque el monstruo que siempre ha estado acechándolos por fin decidió mostrarse, tambaleándose sin poder creer lo que acaba de pasar, dándose cuenta de todo lo que sucede debajo de sus narices, mirando a su peor pesadilla pasar frente a sus ojos, cubierta en un traje de látex negro y sangre. Viendo el resultado de lo que es capaz de hacer el ser humano, pero en especial, lo que hace la santa muerte.

Ese es el resultado de todo lo que ocasioné.

El agente frente a mí enarca una ceja haciendo que me mareé un poco, aunque estoy sentada de piernas cruzadas bajo un pequeño foco que alumbra con fuerza encima de mi cabeza, miro mis manos cubiertas de sangre, ellas tiemblan un poco aunque intento contenerlo cuando en lugar de escuchar la voz del agente, escucho esa voz que no reconozco y me causa tantos escalofríos:

—Tu mami tenía razón al decir que eras un monstruo, porque ni siquiera entrando a tu cerebro podemos descubrir qué es lo que te hace así. Pero eso no es problema para mí, mi reina, porque eso aumenta mis ganas de entenderlo. De entenderte a ti y a todo tu linaje de porquería.

Ladeo mi cabeza sintiendo un escalofrío recorrerme la espina dorsal. Fijo mis ojos en el agente para no pensar de más mientras intento controlarme, así que mantengo mi mente en blanco y me concentro en el ahora: Ahora estoy en la policía, ni siquiera sé con certeza el momento en el que llegué aquí, pero lo que sí sé es que esta vez no se trata del patético y mentiroso Marco Cox, ahora es un agente del FBI que examina mi rostro mientras estoy llena de sangre, con las manos esposadas sobre la mesa, concentrando mis ojos en él, viéndolo mover sus labios, pero sin lograr entender las cosas que dice mientras a mi lado, hay un hombre con la mirada de acero a mi lado y la mandíbula tensa completamente, destilando lo que siente: rabia.

El león se molesta cuando intentan hacerle daño a una de sus crías y es por eso que el agente no sabe lo que le espera ni en lo que se mete.

—¿Podrías repetirme lo que sucedió? — pregunta con una voz cautelosa y tranquila, otra vez. Ya es la quinta vez que lo hace, pero como siempre, no recibe respuesta alguna. No luce afectado en lo absoluto por eso, ni por mí, ni por lo que acaba de pasar ni por la persona que está a mi lado y cuando dicha persona coloca su mano sobre la mesa, el Rolex de oro brillando en su muñeca y las estrellas, medallas y listones reluciendo en su pecho, ni siquiera alteran en lo más mínimo al hombre de ojos verdes que me ve esperando que hable, ignorando la presencia de mi acompañante mientras espera.

Esperando algo que no voy a hacer, algo que no voy a darle. Ni siquiera me molesto en mover ni un solo músculo, ni quito la atención en su persona, ni bajo la barbilla, ni demuestro temor, simplemente sonrío lentamente bajo su atenta mirada mientras la voz del impotente hombre a mi lado resuena por toda la habitación.

—Ya le dije que ella no va a responder ninguna de sus preguntas. — contesta, tajante y tranquilo Caleth Fairchild haciendo que el agente meneé su cabeza, lo mire solo por unos segundos y haga una mueca con sus labios. No de rabia, no de desespero por no conseguir en lo más mínimo una interacción ni una respuesta, sino que lo hace con algo que no esperé ver en lo absoluto: se burla.

Su rostro refleja que se está burlando de algo y entrecierro mis ojos mientras los suyos reflejan tranquilidad y... ¿Diversión?

—Eso significa entonces que su falta de cooperación va a ser un gran impedimento para que se cumpla la ley. — su voz ronca y acentuada resuena en todo el lugar, casi tan fuerte e imponente como la de Caleth Fairchild: — Supongo que usted, señor Ministro, sabe lo que eso significa.