Capítulo doce: La esperanza en el horror

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La esperanza en el horror

La historia tiene la habilidad de alterar a los villanos para que no podamos identificarnos con ellos.

Adam Serwer

LUCY

Las horas siguientes a la conversación, transcurrieron tranquilas.

O bueno, lo que podría definirse como tranquilidad en ese pueblo.

Los chicos recogieron el celular del suelo —o lo que quedaba de él— y se lo llevaron de la habitación para examinarlo, porque según Consus, se podría descifrar cómo lo habían hecho explotar. Caelus se llevó la carta y Ángel —con yesos, la cara vendada y hematomas horribles— se fue a San Lucifer a cumplir el «castigo» que le había impuesto Caleth.

Me quedé leyendo un libro que Consus me había prestado hace un tiempo, en mi habitación, esperando la hora en la que Azul apareciera en mi puerta para darme las medicinas correspondientes, pero alguien tocó mi puerta antes.

Me levanté, con las cejas fruncidas y miré el reloj.

«Aún faltan veinte minutos para la medicación» pensé, extrañada. Pero, me levanté y cuando abrí la puerta, entrecerré mis ojos fijándome en la muchacha cabizbaja que temblaba levemente.

—Alguien está preguntando por usted, señorita Lucy. — soltó, en un susurro, sin levantar la vista.

—¿Hay alguien más en la mansión? — pregunté y ella negó.

—La señora Kenya debe estar por llegar. — contestó rápidamente: — ¿Va a bajar o prefiere que llame a los chicos? Salieron hace un rato.

—Bajaré. — respondí con simpleza, sin tener idea de quién me está buscando.

Ella se hizo a un lado cuando cerré la puerta de mi cuarto y se mantuvo detrás de mí mientras bajamos las escaleras. Por alguna razón, sentí una extraña vibra en el ambiente. Miré a todos lados, porque me sentía observada, pero cada centímetro de la mansión seguía igual.

Las paredes blancas, el piso brillante, los cuadros abstractos, el lujo en todas partes. Algo a lo que me había acostumbrado todo este tiempo. Algo que ya no me parecía interesante.

—¿Dónde me están esperando? — pregunto, mirando cómo la sala está vacía.

—En el jardín. — respondió señalándome el pasillo. Me detuve y la miré, haciendo que ella añadiera con rapidez. Con el miedo tiñéndole la voz: — No quiso entrar a la mansión, aunque se lo imploré varias veces.

No respondí, simplemente continué el camino por el pasillo. Cuando llego, las puertas están abiertas y el jardín impresionante, cubierto de una variedad de plantas organizadas de manera perfecta, se cierne ante mí.

Detengo el paso cuando noto la figura que está frente a muchos crisantemos blancos. Giro el rostro hacia la muchacha que le huye a mi mirada y suspiro, formando una sonrisa en mi rostro.

—¿Quiere que la acompañe? — pregunta la mujer cuando ve que voy a acercarme a él.

—No, puedes dejarnos solos. — respondo de inmediato y no me muevo, hasta que ella sale, cerrando las puertas.

El olor a flores y tierra me relaja. Decido acercarme y él no se gira aunque sé que sabe que ya estoy aquí. Puedo sentir el poder que emana su cuerpo. Quedo frente a él y me doy cuenta de que es mucho más alto y formado, lo que hace que su contextura se vea más imponente y que, delante de mí, pareciera capaz de aplastarme si quería. En todos los sentidos...

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora