Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]

Capítulo diecisiete: El poder de la mentira

El poder de la mentira

Convertimos la mentira en nuestra verdad para sobrevivir.

DESCONOCIDO

CAELUS

 Pensé que asombrarme al ver violencia era algo que ya no podía hacer. Es decir, que mi inmunidad a ella estaba plasmada desde mucho antes de que mis padres me registraran en el registro civil de nacimiento.

Porque ser un Fairchild no solamente implicada tener una cara bonita, vestir caro, tener gustos caros y vivir de manera ostentosa. Tampoco que fuéramos asesinos con gustos retorcidos y oscuros secretos porque hay... mucho detrás de nuestro apellido.

Cosas de las que nadie se imagina.

Mis ojos se centran en la escena que sucede frente a mí y miro a mis hermanos. Ninguno es capaz de moverse, incluso llego a dudar si respiran por lo estáticos que están, ya que todos observan una cosa: los puñetazos que mi padre le da a Consus sin descanso.

Su sangre salpica las paredes del jet, que está valorado en unos cuantos millones de dólares cada vez que el puño de mi padre choca contra sus mejillas. La alfombra que cubre el suelo, que tiene nuestro flamante escudo, se mancha con el licor derramado junto con sangre de un Fairchild y... Ese silencio. Ese denso silencio que llega cuando noto cómo Consus—que tiene el rostro irreconocible por los golpes— aparentemente se desmaya y es entonces cuando mi padre, el Ministro y Patriarca de la Familia Fairchild, encargado de todos los negocios y de mantener la familia, desde que murió mi abuelo, se separa de su propio hijo al que golpeó hasta dejarlo inconsciente y se mira las manos cubiertas de sangre de su propio hijo.

Nos mira y se arregla la corbata, manchándose también la ropa de sangre. No cualquier sangre, la sangre de su propio hijo.

 Eso me dio duro, pero... era la realidad.

Entonces, mi padre fijó sus ojos grises, intimidantes y afilados en nosotros a la espera de una respuesta. No es que le habíamos dicho algo, sino que Consus al explotar le había dicho mucho y verlo tan furioso, solamente me hacía tener una idea de cómo se pondría cuando supiera la verdad y todas las reglas que hemos roto.

Entonces supe que debíamos preparanos para ese momento y que, por ninguna razón, dejaría que la furia de Caleth Fairchild arruinara mis planes y la familia que pensaba formar.

Nadie habló. Nadie se movió y mi padre se sentó en su silla, colocando sus codos sobre sus rodillas y se pasó las manos por el cabello. Todo en él era un desastre. Solamente lo había visto así una vez, hace algún tiempo, y puedo llegar a jurar que ni siquiera en ese momento se descontroló tanto.

Era como si la persona correcta y que tenía todo bajo control desapareciera y se formara eso que estaba frente a mí: un hombre repleto de ira y descontrol. Pasaron unos largos segundos de agonía y tensión que se sintieron como años. Mi mente era un completo desastre, ya que pasaban muchas cosas a la vez.

Algunas palabras de Consus se repitieron como un CD viejo. Todo lo que le había dicho y todo lo que eso ocasionaría para después.

Mi padre apretó su mandíbula, — ¿Ya vieron lo que pasa cuando no cumplen las reglas y se atreven a desobedecerme?

Ninguno respondió.

—Estoy cansado de las faltas de respeto que tienen hacia mí. — continuó, — No puedo creer que en un corto lapso de tiempo en el que me alejé, por el bien de la familia, por la candidatura, todo se volviera un caos.