Capítulo siete: Conversaciones inesperadas

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Conversaciones inesperadas

Los hombres son tan simples y se sujetan a la necesidad en tanto grado, que el que engaña con arte halla siempre gente que se deja engañar.

Nicolás Maquiavélico


NARRADOR OMNISCIENTE

Por ahí dicen, que un simple desliz de la reina es capaz de poner en riesgo todo el juego de ajedrez. Y por ahí también dicen, que nuestros peores enemigos se disfrazan de aliados.

En este juego, hay muchos jugadores, pero lo que no sabemos a ciencia cierta es el bando en que cada uno de los miembros de este macabro juego, se encuentra. Es por eso que mientras unos se preparan para vengarse y otros están al borde de la muerte, Caleth Fairchild reúne a su familia para ponerle orden a un juego que tal vez no sea suyo.

—Debemos poner todo en orden, no quiero a ningún maldito cazador de monstruos detrás de nosotros. — la voz de Caleth Fairchild es clara mientras coloca sus manos en la mesa y mira a todos los presentes en la pequeña reunión improvisada que hizo en su mansión, acto seguido con voz firme continua hablando como si estuviera frente a un pelotón de la guardia, no frente a su familia: — No quiero juegos, no quiero deslices, no quiero problemas. Quiero que toda esta mierda se calme y que nada arruine mi candidatura ni mi estatus. Debemos mantener a la gente del pueblo feliz, debemos demostrar que nada ha pasado, debemos ser la maldita familia perfecta que todos creen.

Kenya, la nueva mujer que ha llegado hace unos pocos días, sonríe colocando una de sus manos el brazo del patriarca, siendo la única de las esposas que está levantada y fija sus ojos en todos los presentes, menos en Crono que no se encuentra presente.

—Las cosas afuera están algo feas. Tuvimos que paralizar el cargamento porque estamos a la mira de todos. La llegada de Hannibal Stalin es solo la muestra de que podemos perderlo todo si las personas despiertan. — su voz es firme y sus labios forman un puchero antes de añadir: — Aunque quiero pedirles que matemos a Hannibal como se lo merece, no podemos hacerlo porque sería demasiado obvio, así que debemos controlarnos y jugar con él así como jugamos con todos.

—¿Qué recomiendas hacer, madre? —Pregunta Consus desde su sitio. Se remueve en su asiento, porque está tenso. No le agradó la idea de dejar sola a Lucy en la clínica para venir a cumplir un capricho más de su padre, pero hay que entenderlo, Caleth tiene en sus hombros muchos secretos y a muchas personas dependiendo de él.

Es momento de que tome las riendas de la situación, porque incluso para alguien como él, hay cosas que salen de sus manos aunque nunca lo admitiría en voz alta. Es por eso y más, que su primera esposa, Kenya se encuentra en el pueblo.

Para ponerle fin a cosas que nunca debieron permitirse suceder.

—Tenemos que hacer lo que mejor sabemos hacer. — es lo que dice la mujer atrayendo la mirada de todos.

No es necesario que diga qué es, porque cada uno de sus hijos y sus hermanas sabe a lo que ella se refiere. Caleth mira a cada uno de ellos mientras se lleva una copa de vino a los labios, en su cabeza, todo es un caos en este momento. Kenya lo sabe y por eso va a ayudar a su esposo como solo ella sabe hacerlo.

—Las personas no pueden despertar. — dice Sophia desde su sitio y Kenya la mira al igual que todos: — No pueden saber lo que somos y lo que hacemos. Debemos mantener el orden, seguir haciéndole creer a todos que sus teorías sobre nosotros y nuestro mundo, son teorías conspirativas porque si las personas no despiertan, van a seguir engañadas y podemos seguir controlándolo todo.

Los Secretos de La Élite® [Bloody#2]Where stories live. Discover now