XV

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¿Quién como la tristeza eterna
que provoca la locura sempiterna
de mi marginada alma manchada?

Veo en la esquina de la mía habitación
una sombra que se ríe de mi maldición,
burlándose de mis lágrimas y desgracias
y con voz sarcástica me repetía: «No llores, sé feliz».

Mírame cómo me deshago
con cada recuerdo tortuoso que cargo,
preguntándome en cada momento
¿por qué demonios lo hago?, ¿por qué no valgo?

¿Por qué esto me ocurre à mí?,
la pregunta del mío inferior ser
al ver que algo sale mal
quando vienen recuerdos que quisiera olvidar.

¡¿Por qué todos me están ignorando?!
No veis qué me estoy muriendo,
si supiese lo qué es la alegría y su risa,
no tendría miedo de salir antevisa.

Poemario III: la xóchil mustiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora