XXXVI

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Mi alma grita desde su ínfima existencia,
adolorida por cada una de las heridas
que hicieron esos fantasmas del pasado.

Están llegando desde cada dirección,
me están clavando miles de agujas,
cada punzada es pena y angustia.

Escucho sus voces,
me susurran à los oídos,
sus palabras causan dolor
en mi cuerpo y mente.

Ya padezco de autoodio
cada herida es ansiedad,
por cada lesión, mi vida se cansa.

Con un asaz de miserias eternas,
me convertí en un ser mediocre,
sin valor cuomo la inmundicia.

Soy una persona
que está à la deriva
en esta parva isla
de nombre Murria.

Flotando permanezco
entre océanos de tristezas.
No hay tierra à la vista
sólo estoy yo dándome palizas.

Mi percepción de la muerte
va encerrada en la palabra «sufrir»,
mi ignorancia à los demás sens
provoca puñetazos de vilipendio,
por cada golpe, yo sucumbo al miedo.

Es que yo no conozco la felicidad,
sólo soy un infeliz animal,
no hay sonrisas en mi paladar,
pero si gritos de odio à mi reflejo.

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now