Amiga, bienquista soledad,
la que nunca me va à abandonar,
aquella que apesar de la edad,
aunque yo caiga al momento de colgar,
ella de mí nunca se alejará.
Nunca me ha dejado sola,
ni en los momentos de angustia
ni en los de agonía,
sola nunca me va à dejar.
Me acompañó durante la niñez,
consolándome del monstruo atroz,
diciéndome que no pierda la fe,
que siga creyendo en algún dios.
La inseparable amiga,
que si yo reía, ella igual lo hacía,
si yo lloraba, ella también sufría,
si yo moría, ella me traía à la vida.
Acompañante incondicional,
separándome de la felicidad,
diciéndome que el ser feliz
más daños me iba à causar,
que la felicidad me hace mucho mal.
Querida amiga soledad,
la que me soportó el día à día,
la que nunca me dejó gritar,
aunque en la noche lloviese.
Me ha alejado de todo,
incluyendo del bien y el mal,
impidiendo que creciera,
no conocí lo que era sonreír por paz.
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Poemario III: la xóchil mustia
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