LIV

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¿Oíd ese melifluo latir de mi corazón?
Está palpitando tan etéreamente
que se puede decir que todavía siente.

Ese sonido tenue del mío cor
sólo dice que nadi escucha su voz.
Una voz tan efímera como taciturna
que à llantos está pidiendo ayuda.

Esa medésima voz
que hace tiempo se mantenía callada,
pero hoy tiene algo que decir,
que ya no se mantendrá en silencio,
que sus gritos serán palabras inefables.

Y su elocuencia hará envejecer de locura
hasta la persona más inmarcesible,
esa misma que en el pasado una vez dijo
que el sentir del corazón era lo más deleznable.

Mi corazón ya no soporta más este desprecio,
grita à los demás que no lo dejéis solo,
que quiere esa limerencia de ser amado,
à que haya alguien que no lo tenga olvidado.

Prontamente sólo se verá el arrebol
quando el sol cubra de su gracia mi sangre
y formando una iridiscente lácrima de sal
encontrando serendípicamente mi fe,
aquella que perdí quando encontré la verdad:
«Que yo feliz nunca voy à poder estar».

Poemario III: la xóchil mustiaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant