LVIII

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Cuando me veo al espejo,
mi corazón se parte en mil partes,
tanta rabia y enojo siento contra mí.

Primero pensé que yo no era culpable,
me decía que era inocente,
que nadi podía lastimarme,
que si evitaba verme al espejo
así no podía quemarme.

Pero un día llegó ese fantasma del pasado
hizo que me viera en la ventana,
que si yo seguía vivo
es porque era la mía culpa.

Me siento una basura,
que à veces pienso en suicidarme,
hasta que llega el día en plena tarde,
sólo yo, me puse à pensar,
que si era mi culpa o la del cristal,
que de tantas veces que me lancé contra él
y ningún pedazo me supo cortar.

¿Seré un imbécil, no?,
pues termino enojada conmigo,
que la confianza se me ha ido,
no sé qué demonios me he creído.

Me dije: «no eres tú».
Y claro que soy yo,
otro idiota, animal, que se cree el mejor,
porque cada vez que tenía la oportunidad
intentaba sentirme superior.

Cuando me decía que era único,
à veces creo que ese fue mi mayor error,
una estupidez creer que yo era normal,
posible mientre me caí cuando era un crío.

En mi vida pasada fui de lo peor,
y que ahora el karma me está castigando
y quiere pegarme unos tiros,
tal vez así yo aprenda que si soy una basura,
que todos pueden pisarme,
porque no tengo voto à decir palabras,
ni muchos menos à rezar.

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now