LXXVIII

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Después de una sacra tragedia,
mi alma no volvió à ser la que era,
vi en sus ojos ahogados la fobia
del dolor de perder la comedia.

Mi alma odia verse en el espejo,
grita en varios idiomas extintos,
dice que prefiere irse al cielo à sufrir
que quedarse perdida en este laberinto.

Cada minuto se anteponía al derrumbamiento,
sentía que su testa se llenaba de desesperanza,
en un momento de ira desenfrenada,
abandonó el mío aberrante cuerpo.

Vi una habitación ensangrentada,
mis brazos temblaban del miedo,
mis ojos desvelados se cerraban
al compás dese apagado sentimiento.

Mi alma regresó à mí,
me recogió del suelo,
y con un beso en los labios,
me dijo que éste era mi fin.

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now