LXXIX

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Estaba en lo profundo de mi habitación,
un espectro de aura asfixiada
suplicaba por auxilio en el suelo,
tratando desesperadamente de respirar.

Mi alma impetraba que no debería de acercarme,
pues ese ser estaba tan dañado que con un toque,
el mío corazón podía fracturar.

Me acerqué à él, tan pálido como perdido estaba,
tenía la forma de mi destrozado reflejo,
el compañero y verdugo de mi averno,
vi que sus ojos melancólicos marrones
se apagaban triste y lentamente.

Mi alma descuartizada estaba,
commo un simple cristal que mi sombra
recogía del suelo porque hecho trozos estaba,
los pedazos eran recogidos con mi infelicidad,
y en cada trozo que se desechaba,
salían lágrimas y recuerdos que nunca pude borrar,
donde cortándome estaba,
me sigue doliendo pensar en él,
mi amigo, mi enemigo, mi reflejo cruel...

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now