Lágrimas salen de mis ojos,
cada gota que en un mes perdí,
este Día de la Madre será como el anterior,
un día obscuro sin volverte a ver.
Aunque tú no quieras verme feliz,
yo por ti siempre querré verte sonreír
aunque esas sonrisas no sean por mí.
Madre, la hora de tu día llegó,
nunca me perdonaré por no ser perfecto,
ese hijo del que tú estarías orgullosa,
siempre te traje desgracias y deshonras,
pero quiero que sepas que sin importar el año,
siempre te tendré como el amor de mi mente.
Te estaré esperando a que llegues a casa,
que sonriendo me digas: «Hijo, te quiero»
y con esas palabras comenzar a llorar,
te acerques a mí y me abraces
dándome un beso en la frente.
Madre, te quiero mucho, sé que no volverás,
tú me dijiste que mientras yo siguiese vivo
tú esta casa nunca más ibas a volver a pisar.
Madre, dígame, ¿si me quito la vida, volverías aquí?
Yo ya no estaré para verte, pero me reconforta
el hecho de que vuelvas al lugar
donde yo con lágrimas te despedí.
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Poemario III: la xóchil mustia
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