Ego

4 1 0
                                    

Miro hacia bajo, nada es igual,
me he cortado las alas,
no podré surcar el cielo más.

He sido invidente natural
porque me he negado
ver mi propia hipocresía,
pero al final la he visto,
eso era lo que más temía.

La corona de la vida
la he destrozado,
mi pureza se convirtió
en nigérrima obscuridad.

Aquella fe inexorable
terminó siendo desconfianza,
mis ojos no son iguales,
me perciben lánguido,
so una haza de penas y tristezas.

Me he convertido en el verdugo,
quiero degollarme por ser impuro,
cada vez que me veo en el reflejo
me digo con voz sin vida:
«Te odio en demasía, Jéan, es la verdad».

Fui sordo experimentado
en creer mis propias mentiras,
fui ciego versado en ver al espejo
y no sentir repugnancia al verme.

Creía en un ser
que jamás ha existido,
oh, querido Dios,
¿me has abandonado?

Creí que mis demonios
estaban dentro de mí,
pero me di cuenta tarde
en que el demonio era yo.

Mi fervor piadoso se marchó,
querido Jéan, si alguna vez lees esto,
quiero decirte que has de morir
por una espada espetada en el pecho.

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now