XLIV

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Cuando las luces se apagan,
comienza este acto de demostración
de cómo llorar à los cuatro vientos.

Lo más bello de mi habitación
es que siempre permanece cerrada
y sus fenestras cubiertas con cortinas,
impidiendo que entre la luz del Sol.

No hay mejor lugar donde llorar,
que la mía cálida habitación,
nadi me escucha llorar ni gritar.

Cuando las luces se apagan,
lloro por estar rota,
tan rota y fracturada
que al contacto del aire,
todo mi ser destrozado se cae.

Poemario III: la xóchil mustiaWhere stories live. Discover now