"Mejores amigos"

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Salto cuando mi teléfono suena, sin abrir los ojos, subo la sabana hasta que me cubro entera y saco el brazo. Cuando encuentro el interruptor de la luz, la enciendo, deseando que llegue la tarde para poder echarme una siesta.

Voy a casarme con la palabra<<siesta>>.

Con pereza, me estiro, antes de ponerme la ropa y bajar, encontrándome con Adriel engullendo un vaso de leche con cereales, unos de los batidos de mama para ir al baño y una mini bolsa de mis galletas.

—Ahora mismo siento mucho asco, Adriel. Son las siete y media de la mañana y ni siquiera ha salido el sol del todo. Admiro que puedas desayunar.

—Estoy en volumen —contesta, con la boca llena de las mini galletas.

—¿En volumen? No sé qué significa eso, pero repito que solo son las siete y media.

—Yo tampoco, pero necesito comer bien para no desmayarme al hacer ejercicio. Además, quiero coger algo de peso.

—Nunca te veo hacer ejercicio. La última vez que lo hiciste, fue cuando estiraste tu brazo para coger el mando de la consola —levanto las cejas con diversión cuando hace una mueca.

—Y no salió bien. Me dio un calambre en el brazo.

—Fue divertido, muy divertido.

—Para mí no fue tan divertido, por un momento pensé que mi brazo iba a caerse.

—Yo me reí demasiado de ti.

—Lo sé, estabas a mi lado —durante unos segundos nos quedamos callados—. Hoy me toca fútbol y estoy pensando en dejarlo para apuntarme a otro deporte en donde no tenga que usar pelotas, patadas ni porterías.

Odio jugar al fútbol, me gusta más verlo en la televisión con papa, aunque no lo entienda, lo prefiero, con el balón alejado de mi cara, partes íntimas o cualquier otra parte de mi cuerpo.

—Podrías intentar el ballet —sugiero, sabiendo que sería un espectáculo digno de ver. Podría grabarlo para en un futuro poder reírme de él.

—Nah, me daría miedo que se me saliese una bola en medio de una función, que sé yo de eso, además de que no tengo un pene muy grande, pero tampoco es pequeño.

—Eres un cerdo —cruzo mis brazos, intentando mantenerme sería, aunque no lo logro.

—Oye… Yo quería… —el cambio de tema, me hace parpadear.

—Querías… —lo animo a seguir. Me muerdo el labio cuando sus mejillas y las orejas se le enrojecen notablemente.

—¿Lo de ayer iba en serio?

—Si a ti te parece bien, sí, iba en serio.

—¿Todo seguirá igual si tenemos sexo?

Asiento.

—Tampoco vamos a empezar a sentir cosas por el otro, aunque si eso pasa, vamos a tener que hablar. Aun así, lo último qué haría sería enamorarme de mi mejor amigo.

Frunzo el ceño cuando hace una mueca extraña, se toma él basó de un solo trago y sale por la puerta.

Agarrando la mochila, lo persigo hasta llegar al coche.

—Eres precioso e inteligente a tu manera —bromeó—, pero no creo que pudiese enamorarme del chico que siempre ha sido mi mejor amigo.

—Lo sé, pero a mi ego le dolió eso.

—¿Quieres llorar? —pregunto, dejando la mochila en el coche y acercándome más a él.

—Sí, Lileth, y ni siquiera debería.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora