Sentimientos

595 30 0
                                    

—¿Ahora quieres comprarme con todo eso?—señaló la bolsa—. Pues sí, puedes comprarme con eso, pero eso no significa que no me haya dolido, que mi mejor amigo se haya alejado de mí sin ninguna razón. Tenemos mucha confianza entre nosotros y por más que intento entender por qué me haces esto, no lo hago.

—No sé cómo explicar el porqué me aleje, pero lo necesitaba para darme cuenta de algunas cosas que no podía contarte sin estar seguro al cien por cien.

—Entiendo que alguna vez necesites tiempo, pero no podías simplemente decirme eso, que necesitabas tiempo. Lo hubiese entendido y te lo hubiese dado porque todos en algún momento lo necesitamos.

—No puedo mentirte, Lileth, por eso simplemente me alejé, porque sabía que terminaría confesándolo y no de buena forma. Si quieres puedo ponerme de rodillas aquí mismo y suplicarte que me perdones, pero no quiero que te mantengas enfadada conmigo.

—¿Volverás a ser un idiota conmigo? —tenso mi mandíbula—, si es así, no pienso perdonarte.

—No volveré a serlo y de nuevo, discúlpame.

Por primera vez, esto está siendo algo incómodo.

—Vamos —hago un gesto con mi mano para que me siga, cuando entramos a mi habitación, nos sentamos en la cama—. Este sábado tengo una cita —Adriel se gira con el ceño fruncido.

No tengo ninguna cita, pero necesito saber si yo le gusto. Algo muy dentro de mí le gustaría que así fuera, pero la parte racional súplica qué no sea así.

—Lileth, voy a hacerte tres preguntas y quiero que me respondas sinceramente.

No.

—Está bien, supongo.

—¿Alguna vez has sentido algo por mí? ¿Te molesto verme con una chica y que me besase o hiciera otras cosas con ella? ¿Te molesto que te lo contará?, porque a mí sí. Me gustas mucho, Lileth, y no quería decírtelo, pero ya no me importa que lo sepas.

Que esto solo sea una broma, por favor. Que empiece a reírse.

—Por eso me comporté así contigo.

—No quiero hablar de esto —apoyo mi espalda contra la pared cuando siento una molestia en el vientre.

Ya no quiero saber nada más.

—Acabo de confesarte que me gustas, Lileth. Vamos a tener que hablar.

—Siento que solo bromeas a pesar de que estamos hablando en serio —admito—, no sé qué esperas que diga.

—Yo tampoco quiero hablar más. Será mejor que pongamos una película y la veamos —agarra la bolsa metiéndola entre nosotros—. ¿Tú… estás bien?

—Sí.

—Te noto algo pálida y cansada.

—Estuve todo el día paseando por el centro comercial.

—Corrección, estuviste horas persiguiéndonos.

Las mejillas se me ponen rojas al instante.

—En mi defensa, necesitaba descubrir si estabas con alguien, porque ya me estaba quedando sin ideas del porqué mi mejor amigo hacía lo posible por evitarme.

—Ahora lo sabes, Lileth. Me gustas.

—Aléjate de mí.

—¿Qué?

—Aléjate de mí —pido.

—Si es porque tú me…

—Adriel, podrías alejarte de mí —pido sin dejarlo terminar —tu olor me está sentando horrible.

—Siempre te gusto la colonia que uso.

—Ahora mismo la estoy odiando —cuando me mira confuso, añado —estoy muy sensible a los olores, apartando las otras cosas, cosas que sabrías si hubieras hablado conmigo antes.

—¿Qué más te pasa? ¿Ya fuiste al médico?, podría apostar a que me cortes las pelotas aquí mismo, que no has ido al médico aún.

—Estoy bien, Adriel —su nombre suena extraño luego de no pronunciarlo durante tanto tiempo —solo es un resfriado por el cambio de tiempo. Un resfriado de verano.

Por un resfriado nadie se hace una prueba de embarazo ni tiene sospechas de tener un feto de casi un mes.

El otro día cogí dinero y me pare en la farmacia durante mucho tiempo, agarrando coraje para entrar, pero no lo tuve. Quizás en algún momento me gustaría ser madre, en algún momento en donde tenga una casa y sea estable en todos los sentidos y no ahora con dieciocho años.

—Lo entiendo, seguramente tu madre ya hablo contigo por, como acabas de rodar los ojos y no quieres tener la misma charla dos veces.

—Exacto, así que pon la película y cállate o voy a ir a comprar una mordaza para que no vuelvas a hablar.

—Ya pongo la película.

Luego de unos minutos, Adriel ya está dormido, así que aprovecho para coger mi teléfono y enviar un mensaje.

—Mañana volveré a ir —Lileth.

—Mantén informado a Matt —Lileth.

—Te quiero —Lileth.

Cuando le conté a Andrea hace unos días, tuve que agarrarla cuando casi se cae al suelo—. Lo sé, soy una hipócrita, le reclamo por no hablar conmigo estos días y por no contarme las cosas y yo le oculto sobre mis sospechas de embarazo.

Estiro mi mano, juntando su mano mientras dejo que las lágrimas salgan libremente de mis ojos.

Llevo veinte minutos mirando como las personas entran y salen de la farmacia. Aquel día que Andrea bromeó con que yo pudiera estar embarazada, me hizo gracia, ahora ya no lo hace.

Vamos Lileth, entras, lo pides y sales. Demasiado fácil.

—Estoy muy aburrido, Lili —mi hermano tira de mi mano insistiendo —mi programa favorito va a empezar y no me lo quiero perder.

—Vamos, bicho —agarró la mano de mi hermano—. Tienes que prometer algo.

—¿El qué?

—No vas a decirle nada a papá y mamá de lo que compre.

—No dire nada si me lavas mi ropa toda la semana.

—Trato echo, enano.

—Y también quiero llegar muy temprano a casa.

—Te prometo que no vas a perderte tu programa. Son solo las cuatro y media, llegaremos a tiempo y verás la odiosa y ridícula serie de unos animales que hablan entre ellos.

—Son perritos, Lili.

—Son animales que hablan, Adrián. Eso es extraño.

Me tranquiliza saber que no voy a tener que hacer la prueba sola y si da positivo, sé que van a apoyarme, pero mis padres y Adriel… ellos son los que realmente me preocupan, me preocupa lo que opinen, aunque si sale positivo, no sé si voy a querer seguir con un embarazo que fue mi culpa y la de Adriel por no usar condón.

Y si no lo fuese a tener, tendría que hablar con Adriel. Sería complicado, pero no tanto como si lo tuviese y callarme…


Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Where stories live. Discover now