Besos

394 11 15
                                    

—¿Puedo saber por qué volviste?.

—Como me dijiste antes de que yo me marchara, aquí lo tengo todo, ahí tengo una amiga y familia, pero no soy tan cercano a ellos como a mi familia de aquí.

—Podría apostar que esa amiga te hacía muy bien.

Solo hablé dos veces con ella, una de esas fue meses después de tener a mi bebé y en serio creo que es una buena persona.

—¿Estás celosa?, te recuerdo que lo único que nos une es un hijo y las ganas de joder.

—Ya te pedí perdón miles de veces por eso.

—Pues no lo hago. No te perdono.

—Infantil.

—Niñata.

—Inmaduro.

—Idiota.

—Pene pequeño.

—Tetas pequeñas.

Ambos sabemos que ninguna de las últimas dos es verdad.

Él tiene un buen tamaño de pene, normal tirando para grande y a mí me crecieron bastante los pechos luego de tener a Adrián.

—¿Así que.... tetas pequeñas, eh?—sin que él se lo espere, levanto mi camiseta, enseñándoselas.

De mis tetas nadie se va a reír.

—¿Te dejé sin palabras?—cuando vuelve a mirarme puedo ver claramente que tiene las pupilas dilatadas.

—¿De qué estábamos hablando?—por un momento parece confundido.

—Ibas a dejarme ganar esta discusión.

—Sí, tienes razón. Tú ganas, yo soy un.... ¡No!, ¡no puedes enseñarme las tetas para ganar una conversación!. Eso es hacer trampa.

—Sacate tu la picha.

Aprieto la mandíbula y cruzó mis brazos sobre mi pecho, con la camiseta cubriéndome cuando me da esa sonrisa sexi.

No debería seguir gustándome esa sonrisa

No debería seguir enamorada de él.

—¿Eso quieres, Lileth, quieres verme el pene?.

—Probablemente.

Aprieto los ojos cuando, sin esperarlo, se acerca a mí. No es un beso tierno, pero se siente igual de bien.

—Sigues besando igual de mal. Deberías volver a hacerlo para que puedas mejorar.

—Es una pena que no me importe tu opinión, Lileth.

—Jamás vas a dejar de ser un maldito idiota.

—Tienes un culo fantástico, Lileth—cuando noto que va a volver a besarme me aparto, poniendo un dedo en su frente.

—No me gusta follar si antes no he tenido una cita con esa persona, Adriel.

—Es una pena que no vayamos a follar jamás.

De todas formas, ahora mismo Mattias hubiese tenido que salir con Adrián para que pudiésemos tener la casa sola.

—Es una pena, sí, pero tampoco necesito follar contigo. Puedo follar con otros hombres si así lo quiero.

—Lileth, vete al carajo, maldita—maldice, pero vuelve a hacer a mí, volviéndome a besar.

—¿Papi, mami?—rápido empujo a Adriel lejos de mí cuando escucho la voz de nuestro hijo.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora