Una cita

620 33 3
                                    

Me miró al espejo haciendo una mueca. Estos últimos dos días, no entiendo del porqué, me duelen los pechos, y eso hace que llore. Me gusta llevar sujetador, mis tetas se quedan quitas con él, pero ahora, están demasiado sensibles como para atreverme a ponerme uno. Además de que he cogido un resfriado en pelo verano.

Odio ponerme enferma.

Y que Adriel lleve tres semanas ignorándome, y respondiendo mis mensajes de una forma extraña, no ayuda.

—Lileth, necesito hablar contigo antes de ir a trabajar.

—¿Qué pasa?

—Te escuchamos vomitar varias veces y quiero saber si… tienes algún problema con tu peso.

—¿Qué?

—¿Vomitas porque crees que… te sobra mucho peso?

—¿Quieres decir que no debería comer tantas golosinas? Sé que odias que las coma, pero están demasiado ricas, mama.

—No lo hice. Hay personas que creen que comer está mal y se ven más…

—Mamá, siempre te lo digo. Eres una buena madre y no eres igual que la abuela. Eres mucho mejor que ella. Solo vomité ayer, y es porque me comí una bolsa entera de chuches. Estoy resfriada y supongo que no fue una buena combinación.

Mi abuela fue una idiota y a mamá le preocupa ser como ella, por eso, papá y ella suelen estar atentos a cada cosa de nosotros. Ellos me han enseñado que llorar no está mal. Que no debo compararme con nadie y miles de cosas más que a mis dieciocho años agradezco.

—Me preocupa fallarte.

—Ni tú ni papa me habéis fallado nunca.

—Papa va a pedirte una cita para que vayas al doctor. Seguramente has cogido un virus.

—No es necesario ir al doctor por esto. Sabes que de pequeña me enfermaba bastante.

—Por eso mismo queremos llevarte al doctor.

—Mamá, hace un año que no me enfermaba.

—Vamos a pedirte cita para el doctor, quieras o no, Lileth. Mientras tú vivas en esta casa…

—Si me pasa algo, seré yo quien sufra las consecuencias de ese algo, pero no pienso ir a un doctor —elevo el tono de voz lo suficientemente para que mama me mire con mala cara.

Si voy, solo va a fijarse en mi peso.

—No me grites, Lileth, o voy a tener que castigarte y esta vez no permitiré que tu padre se entrometa. Te quiero y si tú me prometes que no tienes ningún problema con la comida, vamos a llevarte a un doctor.

Cuando mama sale de la habitación, agarró mi ordenador portátil, buscando mis síntomas.

El condón que no utilizamos viene a mi cabeza, la broma sobre pensar el nombre y el disgusto de Andrea, al enterarse de que no usamos, también aparecen.

No puedo estar embarazada. Eso es imposible.

Pasó algunas páginas hasta que por fin encuentro una fiable. Luego de unos minutos, cierro el ordenador, asustada.

No debí de haber buscado nada.

—¿Qué te has hecho en el pelo? —pregunto nada más verlo—, tenías un pelo demasiado bonito —miró su cabeza ahora rapada.

Es increíble que en un solo un par de semanas, haya podido hacer una buena amistad con él.

—Tenía mucho calor y me pareció buena idea ir a juego con mi hermano.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora