Test de embarazo

702 35 0
                                    

—Aún no me compras la tortita con chocolate que me prometiste.

Porras.

—Buenos días —la chica me saluda—, ¿qué necesita?

No estar embarazada. Eso necesito.

—Buenos días, podría darme unos caramelos y un test de embarazo —digo, luego de asegurarme de que mi hermano está distraído mirando otra cosa.

—¿Podría repetirlo, por favor?

—Unos caramelos y un test de embarazo —vuelvo a susurrar.

—Podría hablar un poco más alto, me cuesta escucharla.

¿Acaso quiere que lo grite por un megáfono?

—¡Un test de embarazo! —repito, elevando el tono de voz lo suficiente para que mi hermano se gire a mirarme.

—Son diecisiete con noventa y cinco —saco el dinero y mascullo una disculpa antes de agarrar a mi hermano en brazos y salir de ahí rápidamente, con la bolsa que oculta lo que hay dentro.

Ocultar no es la palabra, la de la farmacia me ha dado una bolsa medio transparente, en vez de una de papel cartón en donde no se ve lo que llevas.

—¿Qué es eso? —mi hermano señala la bolsa y antes de que pueda inventarme algo, una mano me toca la espalda

¿Ahora qué?

—Hola.

—¡Matías, hola! Qué gran sorpresa encontrarte por aquí.

—Qué curiosidad encontrarnos por la calle, en donde las personas tienen que ir si salen de casa, y hola, Adrián, qué guapo estas.

—Crece demasiado rápido los niños —dice. Nerviosa, aprieto la bolsa en mi mano, suplicando para que la curiosidad no le gane, y pregunte.

—¿Dónde ibas?

—Voy a casa de Adriel, al parecer, a veces se le olvida que tiene un mejor amigo y tengo que ir a recordárselo.

—Te entiendo. ¿Podrías pedirle que me devuelva el mando de la televisión de mi habitación? Se lo llevo y aún no entiendo por qué.

—Lo prometo. ¿Estás sola en casa?

—Con un niño pequeño es difícil quedarse sola —señaló a Adrián que empieza a cerrar los ojos, aburrido —, pero si te refieres a que no hay ningún adulto, es un sí.

—Entonces aléjate de las fresas.

Idiota. Una se atraganta una jodida vez con una fresa y se lo recuerdan toda una vida.

Durante unos segundos no dice nada hasta que se mueve, mirando detrás de mi espalda.

—¿Estás… embarazada? —una risa histérica se me escapa. Mi hermano levanta la cabeza, asustado y Matt me mira como si fuese algún animal extraño—. ¡Estás embarazada! —jadea, mirando la bolsa medio transparente.

—Qué estupidez, Matt, no estoy embarazada—levanto la bolsa —es para una amiga, para… Olive, mi compañera de clase. Ella no quería ir y como soy una buena amiga, le hago el favor yo. Me envió un mensaje hace un par de noches asustada, así que no iba a negárselo.

—Supongo que lo siento —murmura poco convencido —ya tengo que irme, Adriel ya me ha enviado como unos siete mensajes —saca el teléfono cuando vuelve a sonar.

Dejo a mi hermano en el suelo y saco el móvil, avisando a Andrea que ya lo compre. Nerviosa, empiezo a andar rápidamente hasta que la voz chillona de mi hermano me detiene.

—¿Lili, porque te vas? —freno en seco y vuelvo para agarrar a mi hermano de la mano.

—Esto tampoco importa que se lo digas a los papis— le aprieto ligeramente la mano—no iba a dejarte aquí.

—Si ibas a dejarme aquí —las mejillas se me calienten cuando se tira al suelo —eres mala, Lili.

Una pataleta ahora no, por favor.

—Faltan unos quince minutos para que empiece tu serie, Adrián, si ahora haces una pataleta no podremos llegar a tiempo—murmuró nerviosa de que pueda contárselo a nuestros padres.

—¡Mi serie! Voy a perdérmela, Lili—rápidamente se levanta del suelo, agarrando mi mano y tirando de mí —¿Cuándo vas a comprar mi tortita con mucho chocolate?

—Pronto, estuve ocupada y se me olvidó.

En realidad, esperaba que se le hubiese olvidado a él.

—Gracias, te quiero, Lili —le sonrió con cariño, pero no digo nada más. Realmente espero no estar embarazada. No puedo tener un niño ahora porque sería joderle la vida.

—No quiero caminar, cógeme —cediendo a su capricho, lo cojo.

Lo estoy. Estoy embarazada y me convenzo cada segundo más de ello.

Sabiendo mi suerte, podría quedarme embarazada de mellizos y si con uno no creo poder, con dos… No, tengo que ser positiva.

La opción de abortar está muy presente en mí, pero no sé si tengo la estabilidad emocional suficiente como para hacerlo. Admiro a esas mujeres que pudieron hacerlo, de verdad que lo hago.

Cuando entro en el baño de mi habitación, repito la misma escena—, no, no grito a nadie, lo miro un buen tiempo hasta tener el coraje suficiente. Estoy en el suelo, sujetando el test de embarazo con las manos empapadas en sudor por los nervios. Mi pierna se mueve descontroladamente, al parecer como un tic nervioso.

—Andrea —saludo cuando su cara aparece en la pantalla—, siento llamarte, pero no tengo más opciones, eres la única que lo sabe, bueno, me he encontrado a Matt, y lo ha visto, pero creo que se ha tragado mi mentira.

—Lileth, tengo que contárselo.

—Vale, pero necesito que no le cuente nada a Adriel.

—Hablaré con él más tarde.

—Gracias.

—¿Ya tienes el resultado?

—No, pero quiero hablar con Adriel antes. ¿Es una buena idea?

—No sé si quieres hablar con él, porque vas a contárselo, o solo porque te calma su cercanía, pero hazlo.

—Gracias, luego te llamo.

—Esperaré tu llamada, amiga.

Lo meto en un cajón y salgo de mi habitación, por el balcón, pasando por la tabla que los une.

Como ya está abierto, paso.

—Lileth, justo iba a ir a tu habitación—mordiendo la uña del dedo gordo, lo veo agarrar una bolsa lila —mama está de parto, en realidad, hace como una hora, pero hasta ahora no ha empezado a dolerle y me ha sugerido con un giro que fuese a buscarte, porque eres mujer y necesita algo femenino a su lado, y las gemelas no son una opción porque van a llorar —hace una mueca—, lo siento, pero son órdenes de una mujer a punto de sacar a mi futuro hermano y cuñado tuyo.

Voy a ignorar lo de cuñado porque es un momento algo tenso.

—¡Traédmela ahora mismo! Vosotros no lo entendéis porque… —los gritos de la madre de mi amigo callan durante unos segundos, hasta que escuchamos a su padre jadear.

—¡Ya estoy aquí, Sofi! —chillo desde la escalera. Bajo los últimos escalones, encontrándomela en la pared apoyada, mientras su marido le da ánimos.

—Te necesito —vuelve a chillar cuando supongo, le da una contracción.

Así que por eso escuche tanto ruido cuando me metí a mi cuarto de baño.

—Has hecho esto tres veces, puedes con una más, Sofi —escucho al padre de Adriel, que parece más nervioso que ella incluso.

Creo que el posible positivo va a tener que esperar para otro momento.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Onde histórias criam vida. Descubra agora