¿Un bonito final?

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—Adrián, no corras o vas a caerte, otra vez—chillo a mi hijo de cuatro años cuando corre hacia la puerta.

Es un niño demasiado activo.

Hace una hora salí de trabajar y llevé a Adrián a comprarse otro coche—mi hermano hizo que se obsesionara con todo lo que tenga que ver con coches—y luego hice la compra para la casa. Compartir casa con Mattias es lo mejor que me pudo pasar. Los dos pagamos a medias, aunque al principio cuando comencé a ganar mucho más dinero se negó y siempre estamos acompañándonos y ayudándonos.

—Mami, ya quiero jugar con mi juguete y enviarle un mensaje a mi tío para que vea lo bonito que es. Va a gustarle mucho a Adrián mi juguete.

—Para abrirlo tienes que esperar a llegar a casa, porque si lo abres por la calle podría romperse y yo no quiero verte triste, Adrián.

—Mami, date prisa.

—Un momento, por favor. No encuentro las llaves.

Seguramente luego de unos minutos en los que se aburra me pedirá el teléfono para mandarle un mensaje a su padre. Él y yo....no hablamos demasiado sobre nosotros, pero decidimos que lo mejor sería llevarnos bien por Adrian. Y mi bebe era muy pequeño cuando pasó, por eso él no sabe nada ni se acuerda.

Es más fácil porque desde que empezó a tener conciencia, él sabe que es su padre.

—Papa me prometió que me daría un coche muy grande—estira sus brazos hacia arriba aún con el juguete en las manos—prometió que va a gustarme mucho.

—¿Te gustaría ir a visitarlo?—le sonrió aun buscando las jodidas llaves dentro de mi bolsa—los abuelos podrían ir contigo si quieres ir, mi amor.

—No hará falta mami.

—¿Por qué no?—hago una mueca cuando mi hijo se tira un gas—¿Por qué te pones nervioso, Adrián?.

Mi hijo también sacó eso de su padre. Si él se pone nervioso suele tirarse unos gases radiactivos.

—Nada, mami linda. Tengo que hacer caca.

No, eso no por favor.

Ahora buscar las llaves acaba de convertirse en un deporte de riesgo.

Sí abro a tiempo todo bien.

Al conseguir abrir la puerta, me sorprende al escuchar la voz de alguien más apartando la de Mattias.

Andrea no es. A no ser que este muy ronca.

Al entrar mi bolsa cae rápidamente llamando la atención de las dos personas. Me quedó ahí parada observándolos a los dos sorprendida y con un nudo en el estómago.

Ha venido.

Él está en mi casa.

—Lileth.

—Adriel.

Mi hijo suelta el juguete en el suelo para correr a los brazos de su padre, que lo agarra enseguida. Estoy muy tensa y ni siquiera sé por qué.

—Sabía que si ibas a cumplir tu promesa, papi. Viniste como me dijiste y yo también cumplí con la mía y no le dije nada a mamá como prometí en los mensajes que luego elimine—miró las piernas de mi hijo que se mueven demostrando lo feliz que está.—Estoy muy contento. Ahora mamá y tú podéis volver a daros besitos como hacíais antes porque sois muy mayores.

Se me borro la sonrisa por unos segundos. Lo admito.

Miró a mi hijo de forma acusatoria cuando noto que acaba de pronunciar la r perfectamente. En dos años jamás la ha pronunciado bien y ahora acaba de hacerlo.

—Sorpresa, Lileth.

Cállate Mattias.

—Creo que se te olvidó mencionar el pequeño detalle de que el padre de mi hijo vendría.

—No se me olvidó. Te lo oculté.

—A ti se te da bien ocultar muchas cosas, Lileth—vuelvo mi vista a Adriel cuando habla.

¡IDIOTAS TODOS!.

¡SON UNOS IDIOTAS!.

—¿No vas a saludar a tu amigo?. No me ves en tres años y ya té olvidas de mí.

Me está suplicando que mis delicadas manos choquen contra su cara accidentalmente.

—Me pone muy feliz que estés aquí otra vez—doy dos pasos acercándome a él. Debe ver la duda en mi cara porque aun sosteniendo a Adrián tira de mí para darme un abrazo.

Se siente extraño y sé que no soy la única que lo siente. Los músculos de Adriel se tensan cuando mi pecho y el suyo se tocan.

—Podrás haberme pedido que me pusiera algo más decente—me quejo a Matt cuando me separo de Adriel—el traje de gofre, gofre no es la mejor vestimenta para recibir visitas.

Mi sueño siempre fue trabajar ahí y cuando lo conseguí llore de alegría. Es el mejor trabajo que pude encontrar en mi vida y tengo demasiados recuerdos buenos de ese lugar.

—Ese traje te queda perfecto, ¿verdad, amigo?.

—Te queda genial con las manchas de grasa que llevas en la cara.

AGÁRRENME O VOY A METERLE UNAS PUTIZAS.

—¿Volverás a marcharte?.

—Creo que ya pase demasiado tiempo fuera de casa.

—Estoy muy emocionado, papi, me gusta mucho verte aquí con mami,Matt y la tía Andrea.

—Supongo que valdrá la pena volver a escuchar vuestras cursilerías de adolescentes.

Tenemos veintidós años.

—Sigo teniendo el video en donde le hablas como un bebé a tu novia, Mattias. ¿Quieres que te lo pase?.

—Mejor voy a ir a.... a hacer cualquier otra cosa que no sea estar aquí y Lileth—me mira—te odio demasiado. Solo fue una vez.

—Yo también te quiero Mattias.

—Otra vez no. Mami va a volver a llorar—me señala—deberías dejar de llorar por todo, mami.

Puede que, a pesar de todo, estoy un poco emocionada de que Adriel este de vuelta.

—De pequeño tú también llorabas mucho, tanto que no me dejabas dormir por días—le devuelvo la jugada.

—Es obvio, mami, era un bebé y eso es lo que hacen, pero ahora soy grande.

—Cariño, ¿por qué no recoges el juguete y vas a jugar a la habitación?, a mamá le gustaría hablar con papá.

Cambio de tema o voy a perder la discusión con mi hijo de cuatro años.

—¿Vais a daros muchos besitos?.

—No seas chismoso—entrecierro los ojos, señalándolo—enséñale el coche nuevo a Mattias.

Adriel lo suelta y él se va, rodando los ojos.

Creo que rodé tanto los ojos en el embarazo que le pegue el gesto a Adrián.

Quizás si podremos tener un bonito final ahora que él está aquí.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant