—Adrián, no corras, o volverás a caerte.
Mi hijo de cuatro años me mira, resopla, pero baja la velocidad.
—Mami, quiero abrirlo ahora. ¿Puedo llamar al tío?
—Si lo abres ahora, el juguete se podría caer y romperse. No volveríamos a por otro, Adrián.
He notado a mi hijo mucho más nervioso de lo normal. Se levanta más temprano y siempre corre a la habitación de Andrea y Mattias, los dos sacan a Andre y cuchichean. Creo que nunca voy a lograr entenderlos. Llevan así semanas, por no hablar, que llama a su tío o hace pucheros cada vez que pregunto.
Al llegar, levanto mi bolso
—Mamá, date prisa, por favor.
—Un momento, Adrián, tengo que encontrar las llaves.
Sigo rebuscando hasta que el tono de mi teléfono llama mi atención. Seguramente sea Adriel para hablar con su hijo. Él y yo no hablamos, pero decidimos saludarnos cada vez que él llamará.
Él sabe que es su padre, desde que cumplió seis meses, él llamaba para verlo y luego colgaba. Nunca lo ha desatendido y siempre se ha preocupado para que no le falte nada. Las veces que vino de visita, no podía verlo, él sabía mis horarios y se aseguraba de no coincidir conmigo en casa de Mattias o en cualquier lado, pero siempre traía cosas para él, incluso algunas veces para mí, pero nunca contestaba a mis agradecimientos.
—Papá me prometió que me compraría un coche muy grande —estira sus brazos, dándome a entender el tamaño—. Me lo ha prometido, mamá.
—¿Te gustaría ir a visitarlo? —le sonrió, aun buscando las malditas llaves dentro de mi bolsa—. Los abuelos podrían acompañarte.
Sofía viajó solo cinco días luego de lo ocurrido hablaron, y cuando regreso, hablamos también. Lo arreglaron, costo, pero lo hicieron.
—No quiero, mami.
Su cara cambia rápidamente una mueca.
—¿Por qué no? ¿Paso algo la última vez que no me hayas contado?
Lo confirmo cuando un olor asqueroso llega a mis fosas nasales. Adrián acaba de tirarte un gas.
Igualito a su padre
—Nop.
—Adrián…
—Tengo que hacer popo, mami.
No, eso no, por favor. Ahora buscar las llaves acaba de convertirse en un deporte de riesgo.
Nerviosa, pasó las manos por los bolsillos traseros de mi pantalón, soltando un suspiro al sentir las llaves. Agarró a mi hijo del brazo, entrando.
Una voz desconocida me hace frenar en seco. Andrea no es, a no ser que se hayan divertido mientras estaban solos en casa.
Cuando estoy en el comedor, mi bolsa se suelta de mi mano sin permiso. Jadeo, respirando con rapidez mientras veo a los dos hombres hablando. Él está aquí, está aquí realmente. Y está guapísimo. Luce más fuerte, su pelo está muy corto, sin hacer que los rizos desaparezcan. Sus ojos brillan, sus labios siguen siendo perfectos, él sigue siendo el mismo hombre del que sigo enamorada.
Sus ojos suben a los míos.
—Lileth.
Mi voz tiembla al pronunciar su nombre.
—Adriel.
Mi hijo tira el juguete en el suelo, corriendo hacia su padre, que lo estrecha entre sus brazos rápidamente. Estoy muy nerviosa, histérica.
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Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)
RandomNo parece tan mala idea perder la virginidad con tu amigo de la infancia,¿verdad?....hasta que descubres que estas embarazada Esta es la historia de Lileth y Adriel