Idiota

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Cuando mama sale de la habitación, aparece con solo su ropa interior puesta.

—¿Quedan ganas para volverlo a intentarlo? Esto —señala su pene—, no va a bajarse solo.

—Podemos intentarlo otro día, pero en tu casa. No quiero estar follando y pensar que mi familia va a volver a entrar —me pongo el sujetador dándole la espalda—. ¿Puedes abrocharlo? —cuando lo hace, el idiota se atreve a darme dos palmadas en la cabeza como si fuese un perro.

Idiota. Idiota. Idiota.

—Voy a cortar…

—Vas a cortarme las bolas como vuelva a darte dos palmadas como si fueses un perrito—termina la frase por mí.

—Ya no te aguanto. Mejor vete al contenedor de donde te sacaron tus padres, idiota sin cerebro.

—¿Cómo es esa frase que tu madre ama decirte?

—Mama me dice muchas cosas en el día, no puedo recordar cada palabra, idiota.

—Ya me acordé, ella suele decirte algo como… hija de la gran chingada —niego con una sonrisa cuando imita la voz chillona de mi madre.

—Creo que necesito irme a dormir.

—Son las siete, Lileth, ni siquiera ha oscurecido del todo.

—Estoy agotada.

—Hoy no has ido a clase porque te has despertado bastante tarde.

Idiota. De nuevo.

Quedan solo cinco malditos días para no tener que ir a las jodidas clases.

—Pero fui varias veces al baño.

—Eso no debería cansar.

—Si llevas tres días sin cagar, si cansa. El estómago me pesaba y lo tenía hinchado, como si tuviese un bebé de tres meses.

—Tienes razón, luces cansada y como el amigo considerado que soy, voy a irme para que puedas descansar.

—Te quiero.

—Yo también a ti, Lileth.

Jesús, mañana no sé cómo voy a mirarle a la cara.

.......

Mis ojos se abren inmediatamente cuando escucho tres golpes en la puerta. Miro el reloj, gruñendo al ver lo temprano que es.

Acabe mis exámenes finales y con ellos las clases, aprobé todo, así
que no tengo que volver a clase. Incluso aprobé las malditas matemáticas.

Y también han pasado cinco días desde que intenté tener sexo con Adriel.

—Son las cinco de la mañana —susurro para mí misma. Frunzo el ceño cuando la persona que está tras la puerta no habla. —¿Quién es?

—Soy yo —mi cuerpo se relaja al escuchar su voz—, ¿puedo pasar?

—Pasa.

—Yo… —mi corazón se acelera cuando nada más entrar, su labio inferior empieza a temblar como si fuese a llorar. Preocupada, me siento, palmeando el hueco vacío de mi lado.

—Ven aquí, enano.

—¿Te enfadaría si yo fuese diferente, Lili?

—Jamás podría enfadarme contigo, Adrian—. ¿Quieres decirme algo?

Lo agarro para sentarlo encima de mis piernas cuando sus mejillas se mojan con las lágrimas.

Quiero llorar con él.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Where stories live. Discover now