Epilogo

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—Joder, esto es enorme.

—¡Adrián, no digas malas palabras delante de tus hermanos pequeños!.

Voy a matarlo.

—Perdóname mama, pero nunca vi un pastel tan grande. Ya quiero probarlo.

—Ayúdame, Adrian—mi hermano y mi hijo me miran a la vez—hermanito—añado para aclarar a quién de los dos necesito.

—Ya no soy un niño, Lili, no me digas hermanito—se queja, pero me ayuda a colocar el vestido de novia mientras Andrea llora a mi lado.

Malditas hormonas de embarazadas.

—Estás tan bonita, hermanita.

Yo tampoco soy una niña.

—Tú también estás precioso—parpadeo intentando alejar las lágrimas—y muy grande, todo un adolescente rebelde.

—Pensé que yo era tu bebé, mami—mi hijo de trece años se acerca con los brazos cruzados.

—¡Qué bonito!—chilla Andrea, buscando unos pañuelos.

—Los dos sois mis bebes—miro a Andrea que se suena la nariz roja—ven aquí, dame un abrazo tú también.

Mi hermano se queja cuando Andrea nos estruja.

—Uno:Tengo diecisiete años, Lili, ya no soy un bebé y dos:tía Andrea nos estás estrujando.

Dos toques en la puerta hace que todos nos miremos hacia ahí.

—Soy Mattias.

—Adelante, Matt.

—Adriel está muy nervioso, no para de moverse de un lado para otro, de llorar y luego reír.

—Ese idiota—hago una mueca cuando mi hijo escupe y mi hija le aplaude.

—Yo los agarró, no puedo permitir que estas bellezas te manchen el vestido.

—Gracias Andre.

—Tengo que practicar para cuando nuestro bebé nazca.

—¡Mattias!.

—Tu esposo me llama—se disculpa antes de salir corriendo.

Media hora después, papa entra para llevarme al altar. Todos se fueron a sus asientos y ahora solo quedó yo.

—Estás tan bonita, Lileth.

—Gracias papa.

—No puedo creer que mi hija ya tenga treinta y un años. Parece ayer cuando tenías dieciséis. Siempre serás mi pequeña, ¿lo sabes?.

—El tiempo pasa muy rápido, sí. Ahora que tengo hijos y veo a mi hermano lo entiendo. Y papá, tú siempre serás mi superhéroe.

—Vámonos, tengo que entregar a mi hija al altar antes de que volvamos a ponernos sentimentales—cuando salimos todas las miradas van hacia nosotros, pero, en cambio, yo solo puedo mirarlo a él. Mi marido.

Papa y yo recorremos el pasillo hasta llegar al altar donde Adriel me sonríe con lágrimas en los ojos.

—Te amo, cielo.

Le sonrió incapaz de decir nada antes de volver a mirarlo a él.

El cura dice todo el discurso, y juro que intentó concentrarme, pero teniendo a mi marido al lado se me hace difícil. Sus rizos están muy cortos, demasiado,

—¿Ya están listos para unirse en matrimonio?.

—Sí—decimos los dos a la vez.

—Yo los declaro marido y mujer, ya puede besar a la novia.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang