Reencuentro

366 20 11
                                    

—Eres un bebé guapo—le hablo a mi hijo—¿verdad que sí?. 

Sonrió cuando hace esos ruiditos tan monos. 

—Hoy vamos a casa a de la abuela y necesito que te comportes un poquito, ¿sí?. 

Cuando ya casi son las seis de la tarde, agarro el carrito, la bolsa y salgo. 

Veinte minutos después pasó por la casa y..... me paro unos minutos frente a su casa antes de ir a casa de Sofía. Por alguna razón me pareció buena idea avisar a mi hermano que pasaría por casa.

—¡LILI!—mi hermano grita y prácticamente se tira sobre mí cuando me ve, ¿ya has arreglado las cosas con los papis?. 

¡Mierda!, no debí... 

—Nop, no hemos tenido la oportunidad de... hablar 

—Adrian, ¿quién es?.

Cuando levanto la cabeza, mama la levanta de su teléfono.

—Mama. 

—Lileth. 

Mama me mira con sorpresa. 

—Venía a casa de Adriel y decidí... bueno, en realidad no sé qué hago aquí. 

Ni siquiera debo darle explicaciones.

—Estás preciosa Lileth. 

—Mami, vamos a invitarla a que pase—mi hermano chilla emocionado—mira, él es mi mejor amigo mami—señala a mi hijo—le gusta jugar a los dinosaurios. 

No debí haber avisado a Adrián. Obvio que él querría que yo entrase.

—¿Él...es mi nieto?.

No, es un dinosaurio.

—Es mi hijo—digo con recelo. 

—Pasa, no es una orden, solo si quieres. Hace mucho que no hablamos.

—Hija...

—Lileth, ese es mi nombre.

—Sí, lo siento. Qué alegría verte. Estás muy bonita.

¿Ahora van a alagarme?

Chinguen su madre.

Aunque se nota la tensión en el ambiente y la incomodidad paso. 

—¿Puedo agarrarlo?

Cuando se lo tiendo me da una sonrisa extraña.

—Es precioso—mi madre mira a mi hermano por unos segundos, acunando a mi hijo—¿cuántos meses tiene?. 

—Cuatro meses. 

—Lileth.

—Papa.

—Ella vino con su bebé—papa se acerca curioso a donde mamá sujeta a Adrián.

—Se parece bastante a ti—carraspea incómodo—de pequeña eras preciosa—papa me da un intento de sonrisa. 

Pasa una media hora más hasta que ya son las siete. 

—Hija—mis padres me detienen—sigue siendo tu casa. Cuando quieras puedes volver, tu hermano te echa de menos. 

—No pienso volver, no creo que sea lo mejor. Fuisteis crueles conmigo. 

Yo tampoco fui una santa, pero... el rencor gana.

—Y lo sentimos, sabemos que no hicimos lo correcto, que no debimos echarte de casa ni tratarte de esa forma. 

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant