Amistad

350 13 0
                                    

Cuando llegó a casa busco a Mattias, que está sentando aún en el sofá. Sin decir nada, voy a mi habitación dejando a Adrián en su cuna. Aprovechando que está dormido, voy con Mattias, sentándome a su lado sin decir nada.

—No quería gritarte, no sé qué me pasó que... explote y lo hice con las personas que no debía. Discúlpame, Lilteh, sabes que yo jamás haría nada para lastimarlos a ninguno de vosotros. Sé que Andrea necesita tiempo y por eso solo le envié un mensaje y Adriel no me agarra las llamadas siquiera.

Entiendo que estuviese un poco estresado por su trabajo y sería incapaz de enfadarme con él realmente luego de todo lo que hizo por mí.

No cualquiera puede escribir un libro. Yo no podría escribir uno y mucho menos ser la protagonista. Sería un desastre de libro.

—No importa—suspiro cuando se aferra a mí con más fuerza.—Quiero agradecerte porque gracias a esta discusión por fin se enteró de que Adrián es su hijo, aunque no hayan sido las formas.

Matt me mira asustado como si acabase de recordar que su amigo no está aquí. 

—¿Se encuentra bien?, acaba de enterarse de que es padre y no espero que esté dando saltos de felicidad, pero.... dime que solo está sorprendido y necesita tiempo. 

Necesita tiempo, sí.

—No lo está. La noticia no se la tomó nada bien. 

—Tengo que hablar con él—hago una mueca cuando levanta la cara de mi cuello y me mira—¿dónde está él?. 

—Vas a tener que coger un vuelo si quieres hablar con él. 

—¿Qué?. 

—Se fue.

—¿Lo dejaste marchar, Lileth?. 

—Lo hice porque es lo correcto, aunque en realidad lo que quise hacer era detenerlo y amarrarlo a mi cama para explicarle todo. Pero lo que quieres y lo correcto no siempre van a ir de la mano.

—No debí hablar. No me odies, no lo hagas tú también, por favor.

Jamás podría odiar a alguien como él.

—Sé a ido odiándome. Él me odia Lileth, me odia igual que ella. Si solo no hubiese sacado el jodido tema, ahora todo estaría bien. Andrea estaría conmigo, Adriel y tú en la habitación y todos felices.

—Matt.... 

—No me odies tú también, por favor, no podría soportar que tú también lo hicieses. 

—Nadie te odia Matt, es imposible hacerlo—carraspeo—con Adriel yo te pedí que no le contarás nada, te suplique y presione para que no lo hicieses. Y con Andrea no debiste gritarle aún sabiendo que lo odia, pero vais a arreglarlo porque os queréis. Veo como la miras y como ella te mira. Deja de echarte la culpa porque no la tienes.

Trago saliva cuando agarró sus manos y las noto empapadas, el corazón se me acelera cuando vuelve a pegarse a mí y ahí puedo notar como tiembla y su respiración se vuelve irregular. 

—Siento que no puedo respirar. 

¡Oh, mierda!. 

¿Eso es un ataque de pánico?. 

—Está bien, Matt, mírame—cuando lo hace me aparto unos centímetros—¿necesitas espacio?. 

—No sé lo que necesito. 

Genial.

Corro hacia la cocina y agarró una bolsa del congelador.—Lo vi por Internet y espero que funcione porque no sé manejar un ataque de pánico. 

Debo verme tranquila.—Eso también lo vi por internet de casualidad. 

—¿Quieres hacerte daño?. 

—No. 

—Genial, agarra la bolsa con las dos manos. 

—No puedo Lileth. 

—Entonces quiero que mires al frente tuyo—un suspiro de alivio sale de mí cuando lo hace—no llevo mis gafas, ¿podrías decirme cuantas fotografías hay ahí?. 

—Siete fotografías—acerco mi mano poniéndola delicadamente sobre la suya. 

—Muchas gracias—sonrió—ahora me gustaría que me dijeses en cuantas sale mi hijo. 

—Cuatro. 

Rápido vuelvo a mirar a mi alrededor. Cuando ubico una caja con un montón de lápices la señalo.

Distraerlos y preguntar que necesitan, eso son unos de los primeros pasos luego de asegurarte si necesita espacio o no.

—¿Cuántos lápices hay aquí?—me estiro agarrando la caja con lápices de colores. Toma una respiración profunda antes de mirarme—quince lápices. 

—Este lápiz—señaló uno negro—¿es el que solías usar más?.

—Sí, siempre lo usaba porque suele quedar bien en todos los dibujos, incluso en los dibujos coloridos, el lápiz negro luce bien. A pesar de ser un color oscuro, es el que más brilla siempre. El protagonista en todos los dibujos.

Sonrió cuando deja de temblar y el tic en su pierna se calma. Agarro la bolsa de hielo dejándola a un lado y no digo nada esperando que él hable. 

Me sorprende cuando se recuesta dejando la cabeza entre mis piernas. Paso las manos por su pelo, sintiendo la tensión en el ambiente. 

Su respiración sigue algo acelerada, pero dejo de temblar y ahora solo llora.

—Si te sientes mal, no puedes guardártelo y luego explotar—digo, refiriéndome al secreto que tuvo que ocultar. 

—No quiero hablar, me siento muy avergonzado por lo que pasó hace unos minutos—admite—no sé por qué me pasó, jamás me había pasado algo así. 

—Creo que fue un ataque de pánico y no tienes que avergonzarte de algo que le suele ocurrir a mucha gente. Ya sea por un trabajo, por un bebé no deseado o cualquier otra cosa y jamás hay que restarle valor por muy estúpido que tú creas que sea.

—Lo sé. Fue extraño sentirme tan ahogado. 

—Me preocupé. No sabía qué hacer porque nunca presencie un... ataque de pánico.

—¿Cómo supiste qué hacer?—murmura con los ojos cerrados. 

—Va a sonar ridículo, pero a veces me aparecían vídeos de psicólogos y me gusta verlos. Nunca se sabe cuando vas a necesitar ayudar a alguien. De todas formas, Andrea tiene muchos libros y apunten. Hay vi mucho sobre eso también.

—De nuevo, lo siento mucho. No quise asustarte. 

—No importa—le resto importancia—pero para la próxima, habla las cosas, por favor. Cuéntalas sin omitir nada. 

—Tengo sueño y no quiero dormir solo. ¿Podríamos dormir juntos?. 

—Obvio amigo, levanta tu trasero y vayamos a mi cama, ahí estaremos más cómodos. Las habitaciones suelen ser los lugares seguros de la gente. 

—Sí, uno se siente más feliz al llegar a ese espacio de la casa. 

Agarrándole la mano lo guio hasta mi habitación, aunque obviamente ya se sabe el camino. 

Es su casa.

Embarazada de mi mejor amigo(Finalizada)Место, где живут истории. Откройте их для себя