14. No te dejaré escapar

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Luo Binghe miro su mano que acaba de ser empujada por Shen Qingqiu, este discípulo es realmente paciente y amable, puede soportar esto y mucho más...

Mentira

¡Claro que no lo es! Puede fingir ser un niño bueno mientras Shen Qingqiu lo necesite antes de expresar su amor, pero lo cierto es que es un adulto atrapado en este cuerpo y aunque controlar su temperamento no es algo realmente complicado hay momentos en los que definitivamente no puede hacerlo.

Ama a esta persona, así que naturalmente hará todo lo posible por gustarle, pero también se quedará a su lado hasta que inevitablemente caiga en sus manos. Porque si... así de posesivo es Luo Binghe, desea la carne, el alma y los huesos de esta persona, hasta el mínimo suspiro y la pequeña mirada, desea todo de este cuerpo, tanto que es capaz de engullirlo de un solo bocado para que nadie más se atreva a tomar o mirar lo que es suyo.

Incluso el propio Shen Qingqiu no puede decidir sobre este asunto.

No va a dejar que se aparte, no lo hará ahora y no lo permitirá en un futuro, no importa cuántas tribulaciones pasen, está determinación a quedado grabada en su sangre.

"Shizun"

Aquella grave voz provocó que Shen Qingqiu salga de sus pensamientos, inicialmente había deseado disculparse pero quien habría pensado que la herida fue tan grande en Luo Binghe, hasta el punto de volver aquel tierno rostro en uno tan negro como el carbón.

"¿Shizun me teme? O ¿Shizun me odia?" Luo Binghe estiró su mano y apreso la muñeca de Shen Qinegiu con tanta fuerza que a pesar de ser un sueño sintió que su cuerpo real estaba siendo marcado por dedos como grilletes.

"Este maestro solo está cansando, Binghe"

Shen Qingqiu coloco con suavidad su mano sobre aquella firme garra mirando de manera directa a los ojos de Luo Binghe, aún era un loto, tal vez lo era... Es decir Shen Qingqiu percibía aún un rastro de luz en aquellos profundos ojos.

Lo que Shen Qingqiu no sabía era que ese rastro de luz en realidad era él mismo.

"Shizun, si no me dices ahora mismo que no me odias, entonces este discípulo no está seguro de poder seguir"

"No te odio, este maestro no te odia Binghe"

Luo Binghe sonrió internamente antes de jalar un poco más el cuerpo de Shen Qingqiu cortando la distancia entre ambos, para este punto su tamaño llegaba a la barbilla de Shen Qingqiu, ciertamente insuficiente.

"Si Shizun no me odia entonces ¿Shizun me ama?"

Los ojos de Luo Binghe parecían los de un cachorro bajo un inclemente clima, con nieve acumulándose en su esponjoso pelaje, era imposible que uno no se apiade de él y lo tome entre sus brazos hasta calentarlo derritiendo el frío invernal. Claramente no podía ser rechazado.

"Este maestro te aprecia"

Luo Binghe soltó un suspiro antes de dejar aquella fina muñeca que más que tomar entre sus manos deseaba morder, dejar su marca y probar su carne, observar con jubiló como huellas de su pasión quedaban en aquella blanca piel, pero no podía. Aún no.

Cuando era joven creyó que la epítome del dolor se encontraba en el abismo sin fin, hoy descubrió que hay algo aún más doloroso. Tener al alcance aquello que desea poseer pero no poder tocarlo.

"Shizun ¿Esto es?"

Por el propio bien de su cordura, Luo Binghe decidió cambiar el tema antes de perderse en fantasías que no hacían más que hacerlo sentir estúpido.

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