39. Tenemos que continuar

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Advertencia:  Hay algo de gore en este capitulo :D

Luo Binghe se transportó al Palacio Hua Hua, nadie lo vio al principio, muchos estaban ocupados con los recientes sucesos, el mundo del dao ha sido sacudido con un ataque demoníaco a una escala tan grande que hace pensar a muchos en la apertura del abismo sin fin.

Pero Luo Binghe es ajeno a esta situación, le resulta irrelevante, se limito a entrar a la habitación principal de este lugar, la habitación designada al del líder de esta secta, ese anciano que a pesar de todo tiene cierto gusto.

Pero eso no importa.

Tomo el cuerpo sin vida en sus manos y lo coloco en la mullida cama. Si fuera por él definitivamente no colocaría a Shen Qingqiu en una cama que ha sido tocada por alguien más.

Pero de algún modo las dos vidas de esta persona se sobreponen, este en un tiempo se convirtió en su dormitorio, antes claro de abrir su propio dominio.

Así que de algún modo la acción le pareció natural.

Tomo entonces un paño y lo mojo para empezar a limpiar la sangre seca del rostro de Shen Qingqiu.

Con cuidado de no lastimarlo con su fuerza, fue limpiando el cuerpo poco a poco, al menos ahora parecía que estaba dormido. Pero Luo Binghe sabe que pronto ira perdiendo cada vez más la apariencia de un ser humano y terminará siendo solo carne putrefacta.

No puede permitirlo.

Y no lo hará.

Tomo aquellas finas muñecas mientras se arrodillaba en el suelo, apoyo su rostro sobre la cama mirando a Shen Qingqiu con cariño en sus ojos.

Entonces empezó a dejar que su energía emane de su cuerpo hacia el de su maestro.

No puede revivirlo, pero al menos puede conservarlo, lo cuidara hasta que pueda revivirlo. No lo va a dejar ir, definitivamente no va a dejarlo ir.

Era como botar agua a la arena, está simplemente desaparecía, así la energía de Luo Binghe se disipaba ni bien toca el cuerpo de Shen Qingqiu.

Está seguro que muchos dirán que es una acción inútil, pero al menos consiguió preservar ese cuerpo un poco más.

Aunque aún falta mucho, debe de curar sus heridas, darle un baño, cambiar sus ropas, peinar esos negros cabellos y seguir mandando su energía espiritual.

Lo hará el tiempo necesario, una y otra vez todos los días, va a mantener este ritual.

Se lo jura así mismo dándole un beso en la palma de la mano, un beso que se prolongó por largos minutos mientras cerraba sus ojos con fuerza, negó con la cabeza antes de pararse.

Basta, ahora no puede quedar atrapados en pensamientos que de seguro lo engullirán por la noche, ahora no puede darse ese lujo, hay cosas por hacer primero.

— Qingqiu — murmuró en la habitación vacía — Este gobernante está apunto de tomar este lugar, por favor no te molestes. Volveré pronto.

Pero nadie le respondió.

Aún así Luo Binghe asintió decidido, limpiando el último rastro de lágrimas de sus ojos, endureció su rostro, con ojos rojos y afilados, irguió su espalda  para emprender un camino ya conocido.

Ahí en la oscuridad de un gran salón, imponente se alza un asiento del líder del palacio Hua Hua.

Sentado en este lugar, el antes respetado anciano se encuentra agazapado como una garrapata, aferrado a su posición.

Escucha voces que niegan su derecho, planes y complots en su contra por todas partes. Todos quieren su lugar, todos lo quieren muerto, así podrán robar todo lo que él con los años a construido.

Canción sin nombreWhere stories live. Discover now